«Esto es una total injusticia, ¿vite?», declaró desde un lugar desconocido Joaquín «Juaco Veneno» Villegas, ladrón de bancos profesional, quien tras el repentino anuncio de Figueroa Sancha podría ver frustrado su sueño de convertirse en carjacker. «Ahora que finalmente le iba a metel [a las actividades de carjacking] viene el inútil este a renuncial. ¿Es que aquí nadie puede progresal ya? ¡Ni renunciando silve pa’ na’ el calvito este!», se quejó Veneno amargamente mientras ocultaba sus lágrimas tras el pantyhose de nilón que utiliza para robar cajeros automáticos en el área de Hato Rey.
Informes preliminares de la Uniformada confirmaron que la actividad delictiva disminuyó el mismo sábado en un 99%, esto ante el peligro inminente que representa para los cacos el que haya una persona al mando de la Policía que pueda usar su cabeza aunque sea para llevar pelo. Fuentes atribuyeron el 1% de delitos cometidos a algunas fechorías que ya habían comenzado al momento en que se hizo el anuncio, lo que hizo imposible que sus respectivos autores se enteraran a tiempo para salir corriendo. De estos, la mitad de los criminales se entregaron más que como cuestión de principio porque, según dijeron, «romper el récord de asesinatos en un año sin Figueroa Sancha al mando simplemente no tiene fun«.
Al reaccionar a estos informes preliminares, un todavía apesadumbrado Figueroa Sancha manifestó su tristeza por tener que abandonar su posición a mitad de gestión, pero sostuvo que su salud le forzó a tomar la difícil determinación. «La verdad, estoy todavía en shock, pero tranquilo«, explicó Figueroa Sancha, demostrando una vez más la impresionante habilidad para generar citas absurdas que tanto extrañarán los medios noticiosos del país tras su salida de la Uniformada. «Yo la verdad no sabía que estaba enfermo, pero el Gobernador y Rodríguez Ema coincidieron en que me veía bien pálido y mata’íto. Mi salud lo necesita», añadió el ex funcionario, en referencia a sus médicos de cabecera, el gobernador Luis Fortuño y el secretario de la Gobernación, Marcos Rodríguez Ema.
Por su parte, Rodríguez Ema expresó su sorpresa con la renuncia, asegurando que nadie en el gobierno conocía sobre los desafortunados quebrantos de salud del Superintendente. «Nadie sabía nada de esto. Me he quedado anonadado», sostuvo con cara de asustado Rodríguez Ema, quien a pesar de lo inesperado de la renuncia ya en menos de diez minutos había nombrado un jefe interino, quien a su vez ya había desarrollado un sumamente detallado plan de trabajo, reasignado personal y mudado su escritorio, anaqueles y una nevera mediana a la antigua oficina de Figueroa Sancha. Rodríguez Ema manifestó de manera enfática que la ciudadanía no debe malinterpretar la salida del ahora ex Superintendente atribuyéndola a razones incorrectas o infundadas. Al aclararle que la ciudadania piensa que Figueroa Sancha fue obligado a renunciar «por ser un mediocre de mierda», Rodríguez Ema contestó: «Oh, ok; qué bueno que nadie está malinterpretando nada, entonces».