La poco concurrida apertura del nuevo restaurante cobró auge en las redes sociales al reportarse en la prensa que el tercer cliente en la fila fue un muchacho guaynabeño quien expresó sentirse «decepcionado» en los puertorriqueños por no haberse tirado la ridiculez de aparecerse antes de las 10 a.m. en un restorán con tal de tener el dudoso honor de almorzar a media mañana. Igualmente sorprendidos quedaron dos comensales vecinos de Toa Baja, quienes salieron de su pueblo a las siete de la madrugada con tal de ser los primeros en la fila (demostrando diáfanamente que Toa Baja es tan aburrido que no hay nada mejor que hacer un lunes por la mañana que sentarse en un banco y esperar tres horas a que abra un negocio).
La clienta que más molesta quedó, sin embargo, fue aquella misma señora quien, en la entrega de regalos de Reyes en Caguas, se quejó de que a su hija solo le dieron «una trapo ‘e bola». «Cuando yo llegue aquí esta mañana», explicó la decepcionada mujer, «esperaba ver una multitud de gente novelera y presentá’ haciendo una línea que le diera la vuelta a la cuadra dos o tres veces… pero lo que había era una trapo ‘e fila». La mujer añadió que traía consigo a su hija, «que también está media enferma hoy, al igual que cuando la llevé a la porquería de actividad de regalos aquella, pero no la podía dejar en casa para que se perdiera lo que yo pensaba iba a ser tremendo bembé. ¡Más vale que Olive Garden me regale aunque sea un trapo ‘e tiramisù, a ver si logro reponerme de este gran desaire!», sentenció melodramáticamente la inconforme comensal.