Durante el día de ayer el pueblo puertorriqueño esperó ansiosamente el resultado del juicio contra Pablo Casellas de una manera no vista desde el caso contra Lydia Echevarría, o quizás desde la final de la última temporada de «Mira Quién Baila». El veredicto de culpabilidad dejó anonadados a los abogados de Casellas, quienes creían que no tenían que pasar mucho esfuerzo montando su defensa «allende a evidenciar que nuestro cliente tiene chavos y es más blanquito que un guaynabito albino moja’o en Clorox«.
El licenciado Harry Padilla, miembro del equipo legal de Casellas, opinó que la decisión del jurado fue «contraria en derecho», que quiere decir: «¡Maldición, perdimos!» en lenguaje de abogado. «Es obvio que este jurado no consideró correctamente la evidencia legal que le fue presentada», declaró Padilla, «que consistía primordialmente del hecho de que Pablo Casellas no es un chamaquito muerto de hambre ni un dominicano indocumentado de esos que solemos tirar a la cárcel sin pensarlo dos veces. Si los miembros del jurado fueron capaces de aplicarle las mismas reglas a un acusado blanquito y adinerado que le hubieran aplicado a un marroncito pobre, claramente estaban incumpliendo su responsabilidad constitucional, y eso abre la puerta para una apelación. Y no me vengan con esos ñeñeñés hippietones de que ‘la justicia es ciega’… ¡a menos que sea que la cegó la blancura de mi cliente, o el brillo de su dinero!».