La tarjeta, conocida como la ATH Amigotes Plus®, será expedida automáticamente «a todos los chupamedias y cargamaletas quienes le hayan hecho favores a los políticos actualmente en el poder». Dado que es harto conocido que los individuos y empresas que le han brindado asistencia económica a los candidatos políticos luego recibirán beneficios económicos cuando estos suban al poder, la ATH Amigotes Plus® «facilitará la transferencia de fondos públicos a las cuentas de las personas a quienes estos pertenecen — ¡a los Grandes Intereses®!».
«Esta tarjeta le permitirá al portador retirar fondos en efectivo en cualquier sucursal de ATH alrededor de la Isla», aseguró Martín Ferrera, el director del recién fundado Departamento de Malversación de Fondos. «Anteriormente como bregaba la cosa era que el panita del político en cuestión tenía que recurrir a someter proyectos que luego eran aprobados sin ir a subasta pública, y en ese traqueteo era que recibía el dinerillo extra. Pero, ¿para qué recurrir a esa farsa y pasar tanto trabajo, si todo el mundo aquí sabe cómo es que se bate el cobre? ¡Es más, la ATH Amigotes Plus® le ahorrará dinero al erario, porque el desembolso de fondos es directo y no involucra tanto papeleo!».
Esta iniciativa fue avalada por el señor Luis Valenzuela, gerente de la empresa Constructoras Valenzuela Inc., la cual ya estaba generando planos para una completamente innecesaria y absolutamente ficticia extensión de la Autopista Luis A. Ferré. Dicho proyecto, aunque nunca se concretaría, iba a resultar en el desembolso de varios millones de dólares que desvanecerían mágicamente en las arcas de la compañía constructora. La empresa también tenía pensado someter una propuesta de reconstrucción correctiva a las Tetas de Cayey, pero dicho subterfugio será ahora innecesario gracias a la ATH Amigotes Plus® (y al hecho de que, hablando claro, «las Tetas de Cayey están tan desfalcá’s que no las puede arreglar nadie»).
«¡Miren todo el trabajo que me voy a ahorrar!», exclamó satisfecho el empresario mientras esperaba con ansias la llegada de su tarjeta de débito gubernamental. «Me cuentan que no tiene límite de retiro diario, que se puede usar en cualquier tipo de cajero automático sin cargos adicionales, y que puedes pedir que te dé el efectivo en billetes de a mil. ¡Qué conveniencia! Y hablando claro, es lo menos que me merezco, luego de donar tanto dinero a la campaña de mi amigo, el ahora representan– hum, pérate, creo que mejor me callo», se autocensuró, antes de que el bochinche se pusiera bueno.