Rodríguez Traverzo evadió arresto por varios días y se entregó únicamente cuando la Policía accedió a todas las exigencias del fugitivo, entre estas el ser recibido con una cajita de chocolates Ferrero Rocher y un vasito de leche. A pesar de que muchos esperaban que le retiraran la fianza y «lo tiraran de cabeza en el calabozo más oscuro que pudieran encontrar, por caripela’o», Rodríguez Traverzo se encuentra bajo arresto domiciliar en casa de su suegra — lo cual suena más cruel que el calabozo, pero resulta que esta es de las suegras chuchin que te cocinan pollo frito en vez de mandarte pa’l Infierno por haberle hecho pasar malos ratos a su hija.
El exrepresentante explicó que, a pesar de las vicisitudes que le han tocado vivir a causa de ser un bribón de siete suelas, él cree que todavía tiene mucho que aportar a la política del país, a la cual, en su opinión, «le hace falta un poquito de chispa y sabor hoy día». «Admítanlo, mi gente», comenzó, mientras su suegra le servía un plato de arroz con pollo y amarillitos. «Sin mí, o gente como yo, la política no es divertida. Ustedes se gozaron ese güikén que yo me la pasé evadiendo la justicia como si fuera Filiberto Ojeda Ríos, o quizás más apropiadamente, Toño Bicicleta. Mis payasadas son un servicio público… ¡y lo hago de gratis! Bueno, las payasadas lo hago de gratis: ¡por estar en la Legislatura sin hacer na’, por eso sí cobré buen billete!».
Como evidencia que sin él la política se pone «más aburrida que un discurso de Fernando Martín», el exlegislador apuntó a la noticia que ha acaparado los medios en los últimos días: el salpafuera que se ha formado en el Tribunal Supremo. Rodríguez Traverzo retó a cualquiera a que le explique de qué rayos se trata el asunto: «Yo lo que he escuchado me suena a jeringonza: que si la OAT, que si ‘opiniones disidentes’, que si crisis constituciona– BO-ring! ¿Qué más fácil de entender que un legislador que usó empleados públicos para fines personales y político-partidistas? Digo, ¡alegadamente!», se autocorrigió apresuradamente.
«No me pueden decir ustedes que quieren servidores públicos serios, honestos y trabajadores, que laboren con tesón para mejorar las condiciones de la Isla», concluyó Rodríguez Traverzo, degustando el flan de queso que su suegra le trajo de postre. «Eso no se lo cree nadie, porque cuatrienio tras cuatrienio siguen escogiendo a gente como yo… ¡así que tiene que ser que les gusta la pendejá’!».