El gobernador Fortuño defendió su propuesta citando como ejemplo cómo al promoverse el reciclaje de las latas de aluminio «se acabaron las latas en la calle», lo cual comprueba inequívocamente que si algo es cierto en las inmediaciones de La Fortaleza o de las urbanizaciones adineradas que frecuenta el Gobernador, él cree que es cierto en todo Puerto Rico. «De igual manera, en cuanto empecemos a exportar iguanas, acabaremos con esa plaga, generaremos millones de dólares al erario, la arena se convertirá en oro y arrasaré en las elecciones de noviembre», pronosticó Fortuño, en orden ascendente de improbabilidad.
Un grupo de gallinas de palo, sin embargo, tildó la propuesta del Gobernador como «super pelona», y contrapropuso exportar a los políticos incompetentes que están en el poder. «¿Quieren saber qué es una plaga?», preguntó la líder del gremio reptiliano. «¡El reguero de pillos y sinvergüenzas que hay en el Capitolio botando los chavos del pueblo! Hay que empezar a exportar a to’a esa sarta de corruptos que hay trepa’os en el poder comiendo de lo que pica el pollo». El lagarto confesó no saber si la carne de político es comestible, o si es tan deliciosa como la de gallina de palo, pero aseguró que «aún debe haber tribus en el Amazonas o en África donde los caníbales no sean muy tiquismiquis que digamos en cuanto a la calidad de la carne humana se refiere».
La propuesta de las ubicuas iguanas fue acogida con beneplácito por el puertorriqueño promedio, quien aseguró que «a pesar de que ya estoy harto de soportar los mojones de gallina de palo en el patio de casa, ¡prefiero eso mil veces a tener que seguir soportando a los mojones con corbata en el Capitolio que no hacen más que cobrar sueldo y dieta!».