«Está bueno ya: no nos vamos a dejar contaminar por estos narcos boricuas», aseguró enérgicamente el fiscal Mosco. «Una cosa es que permanezcan aquí haciendo negocios turbios por diez años, y otra totalmente distinta es pretender pegarnos sus catarros. ¡Ahí es donde tiramos la línea!», sostuvo con firmeza. De acuerdo al fiscal Mosco, las autoridades dominicanas dedicarán considerables recursos y esfuerzo para asegurarse de que ningún boricua narcotraficante pueda contaminar a los ciudadanos dominicanos: «Con carácter inmediato, destacaremos permanentemente brigadas de la Policía Nacional y del Departamento de Salud en toda la costa este del país. Tan pronto se aparezcan esos malhechores boricuas con sus catarros, viruses y mongas, nos encargaremos de vacunarlos inmediatamente y de rociar sus lanchas con Lysol. ¡Eso les enseñará!», sostuvo el funcionario.
Al preguntarle por qué las autoridades dominicanas se demoraron una década en localizar tanto a Rivera Díaz como a su antecesor, José David Figueroa Agosto, alias «Junior Cápsula», el fiscal Mosco contestó que «es que estos astutos delincuentes no habían estornudado aún». «Además», continuó Mosco, «no fue sino hasta ahora que logramos que los Marshalls y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos nos… jijiji… asistieran en el operativo», explicó sonriendo nerviosamente.
Al cierre de esta edición se desconoce a qué se dedicaba la Dirección Central Antinarcóticos antes de que nuestros viciosos narcotraficantes llevaran drogas por primera vez a la vecina isla hace diez años. Fuentes aseguraron que en represalia por contaminarlos con narcóticos, los dominicanos continuarán infectándonos con el mortalmente contagioso ritmo de bachata que tantos estragos ha causado en diferentes puntos de la Isla.