A pesar de que el gobernador Fortuño arrasó en las elecciones del 2008, luego de varios años de promesas rotas, decisiones erradas y desgobierno general, es imposible encontrar a una sola persona que admita haber votado por él. Según los resultados oficiales de los comicios, Luis Fortuño obtuvo el 52.84% de los votos emitidos, lo que corresponde a 1,025,965 electores que, misteriosamente, has desaparecido en los años posteriores. Esto cambió recientemente, cuando un grupo de expertos en antropología se dio a la tarea de buscar uno de estos rarísimos especímenes y preservarlo para así poder probar su existencia.
«Nos tomó años, pero lo logramos», aseguró satisfecho el doctor Ramón Paredes, un perito con grados en antropología y politología (el primero obtenido la École des Sciences Anthropologiques de la Sorbona, y el segundo obtenido en la Escuela de la Calle de Puerto Rico). «Cuando vimos desaparecer a literalmente más de un millón de electores, tuvimos que lanzar nuestra investigación para ver si encontrábamos una de estas criaturas en peligro de extinción. Buscamos por años en los lugares donde pensábamos que los encontraríamos: en Guaynabo; en celebraciones del 4 de julio; e incluso en puestos de confianza del Gobierno, pero nada. Infructuosamente preguntábamos a un elector tras otro si había votado por Fortuño, pero cada uno juraba y perjuraba que no, y que cómo se nos ocurría preguntarle semejante barbaridad. ¡Pero menos mal que persistimos, porque si haber encontrado la criatura mítica que votó por este gobernador no nos gana el Premio Nóbel de Antrolopología, voy a armar un revolú!».
El equipo de investigación del Dr. Paredes logró dar con el espécimen en una barra del barrio José Celso Barbosa de Corozal. La criatura, a quien se le asignó el nombre científico «Votantis fortuñencis arrepentidus«, respondió claramente que sí al ser preguntado por los antropólogos si había votado por Luis Fortuño en las elecciones del 2008. «No entendimos claramente todo lo que este animal nos quiso comunicar», admitió Paredes, «primero porque parecía estar bajo los efectos de alguna bebida embriagante, y segundo porque estaba sumido en un profundo y amargo llanto. Lo que sí nos quedó claro es que el espécimen ‘rajó la papeleta por la Palma’ y que desde ese entonces no ha ‘dejado de beber’ — ¡y por el tufo que nos dio, asumimos que se refería a ron cañita!». El antropólogo rápidamente documentó su encuentro con la rara bestia de todas las maneras posibles para evidenciar su existencia: tomándole fotos; grabando sus incomprensibles gemidos llenos de quebranto y zozobra; y pidiéndole que lo añadiera de amigo en Facebook.
El doctor Paredes prefirió no divulgar el lugar exacto de la residencia de la singular criatura «primero que nada porque es una especie en peligro de extinción y por ende hay que proteger su hábitat a toda costa… ¡y segundo porque no quiero que millones de puertorriqueños iracundos vayan a buscarlo para darle hasta por ‘entro ‘el pelo!». El grupo de científicos prometió continuar investigando el porqué de la desaparición de todos los miembros de esa especie, aunque adelantó que «quizás solo baste leer recortes de periódico de los últimos tres años».