«Nosotros los esqueletos en el clóset de Sagardía ya estamos cansados de tener que morar unos encima de otros. Si va a seguir añadiendo esqueletos a su clóset al ritmo actual, ¡en par de meses ya no vamos a caber ni en el condominio completo!», declaró enfurecido el portavoz de los esqueletos, Bonifacio Truculento. «El muy desconsiderado nos tiene a todos metidos en este cuartucho del tamaño de una cobacha de escuela pública, y a la mayoría de nosotros ni en ganchos nos puso. Estamos casi todos por ahí regados por el suelo, al lado de zapatos viejos y medias apestosas. ¡Y mira que con la cantidad de callos que este tipo ha pisado, esas medias lo que tienen es una peste a cicote viejo!», denunció el portavoz.
El esqueleto, quien dijo haber llegado al clóset de Sagardía luego de que éste consiguera reducir la sentencia de algún asesino múltiple que después masacraría nueve más en un concurrido pub, reclamó la salida inmediata de Sagardía como Secretario de Justicia, alegando que su permanencia sólo servirá para empeorar la ya difícil situación de sus compañeros de clóset: «Mira, si en sólo diez meses como secretario ha añadido esqueletos por haber defendido asesinos, planificado la represión de manifestantes en paros, y pedido nuevos juicios para confinados defendidos por sus ex socios de bufete, ¿qué tú crees que pasará cuando salga a relucir que uno de los ex asesores estos que supuestamente no cometieron delito alguno es yerno del que le alquiló su antigua oficina? No, si te digo: ¡vamos a llegar como a mil antes de que se acabe el cuatrienio!», expresó Truculento, mientras ahuyentaba al molestoso esqueleto del gallo de los Hermanos Sanabria con el fémur del esqueleto del escándalo de la banquera Nancy Hernández.
Al cierre de esta edición había sido imposible obtener una respuesta de Sagardía, quien cuenta con la honrosa distinción de ser el primer Secretario de Justicia nombrado exclusivamente por sus excelentes destrezas como truquero. Fuentes cercanas al Secretario aseguraron que de atendernos, nos respondería con su acostumbrada jovialidad que el hacinamiento de esqueletos en su clóset «no es problema suyo, eso es problema mío, so canto de pichón canalla y enano».