«Esto es exactamente lo que hacía falta para fomentar la igualdad en este país», exclamó con evidente entusiasmo Antonio Díaz Jaguar, residente de Ponce, mientras sostenía un afiche promocional de la nueva candidata. «Atrás quedaron los tiempos en que solo las mujeres podían votar por candidatos lindines como Rosselló o García Padilla; ¡ahora nosotros tenemos a Alexandra!», sostuvo con firmeza Díaz Jaguar, mientras resumía los issues importantes que el elector promedio espera que la candidata conteste próximamente. «Por ejemplo», cuestionó doctamente el preocupado ciudadano, «¿es soltera? ¿Acepta solicitudes de matrimonio? Y más importante aún: ¿puedo ser su primer damo?».
Sobre el contenido del mensaje ofrecido por la licenciada Lúgaro, la reacción entre los presentes fue mixta. «Por un lado, su propuesta de que para atajar nuestra crisis económica lo único que tenemos que hacer es entregar el carro y ser malapagas como Islandia se escucha medio confusa», explicó el ciudadano Rogelio Rodríguez. «Pero por el otro, están todos esos glamour shots con los que me ha bombardeado por dos días, que aunque gritan ‘abogada quiebrabolas on board‘, me convencen de que lo correcto es votar por alguien que luce como participante de Nuestra Belleza Latina mientras me da un batazo en la ingle –en vez de por afables y simpaticonas candidatas cuya desmedida afición por las donas de Krispy Kreme les hace difícil montarse en un Yaris», sostuvo Rodríguez con gran convicción.
A pesar de que algunos sectores apuntan a su falta de experiencia como el principal escollo a sus aspiraciones, expertos consultados rechazaron que esto sea un factor que afecte la candidatura de la licenciada Lúgaro. «Todo lo contrario, si algo ha demostrado Alexandra en estos dos días es que está totalmente preparada para gobernar este país», afirmó el reconocido analista político Luis Pabón Roca. «O sea, eso de alegar con tanta convicción que está arrepentida de haber votado por Alejandro [García Padilla], solo para que diez minutos más tarde saliera a relucir que no votó en las elecciones pasadas es una movida de político veterano, no de aficionado en pañales. Ni a Alejandro se le hubiera ocurrido algo así», explicó con incuestionable lógica.
Al cierre de esta edición había sido imposible confirmar si existe alguna relación directa entre el lema de campaña escogido por la candidata, «Déjamelo a mí«, y su abanico de contratos con el Departamento de Educación, ascendente a $46 millones. Fuentes cercanas a la candidata justificaron las cantidades concedidas a la licenciada Lúgaro para dar tutorías en inglés conversacional alegando que «es que el inglés es bien difícil».