«¡ESTO ESTÁ MEJOR QUE LOS ÚLTIMOS DOS EPISODIOS DE UNA NOVELA VENEZOLANA!», exclamó el boricua promedio, mientras se llenaba la boca de palomitas de maíz y leía sin cesar el texto íntegro de la reveladora conversación entre macharranes misóginos y fat shamers. «¡NO RECUERDO LA ÚLTIMA VEZ QUE COMÍ TANTO POSCÓN LEYENDO ALGO! ¿POR QUÉ LAS NOVELAS QUE NOS OBLIGARON A LEER EN LA JAI NO ERAN TAN EXCITANTES COMO ESTO?», siguió preguntando mayúsculamente el puertorriqueño común y corriente.
Por su parte, los vendedores de pop corn en Puerto Rico expresaron estar trabajando arduamente para producir más del deseado snack, prometiendo: «Ahora que Rosselló botó como bolsa al resto de los miembros del chat y que seguramente alguno de ellos filtrará aún más conversaciones, queremos que el Pueblo sepa que estaremos produciendo poscón al por mayor las venticuatro horas del día: ¡ahora sí que la cosa se pondrá buena!».