Como eventual gobernador de la Isla, Rosselló tendrá voz pero no voto en las sesiones de la Junta, aunque ya adelantó que no piensa usar mucho ese derecho porque: «¿En serio tengo que explicarlo? ¿Acaso no han oído mi voz?». En vez de dar opiniones que serían fácilmente descartables o hacer sugerencias que los verdaderos miembros del cuerpo fiscal se pasarían por donde no les da el sol, Rosselló aseguró que él piensa concentrarse en lo que sería verdaderamente su mejor contribución a las sesiones: traer monchis, preparar el café y asegurarse que la neverita con refrescos siempre tenga suficiente hielo.
«Por lo poco que sabemos del gobernador entrante», aseguró Nathaniel Chickliss, portavoz de la Junta, «a juzgar por la reunión a la cual lo invitamos él será tremenda adición a nuestra comisión. Ricky preparó el café aguadito y medio quema’o como nos gusta a nosotros los gringos, rellenó el bowl de chips antes de que se nos vaciara, e hizo unos sangüichitos de mezcla que pa’ qué te cuento. Además, fue muy prudente con los gastos: todos los bocadillos fueron comprados al por mayor en CostCo o como mucho eran marca Econo. Bai de güei, ese es el tipo de austeridad a la cual se tienen que ir acostumbrando ustedes los boricuas: ¡marca de supermercado pa’ to’ el mundo!».
Por su parte, Rosselló juró: «Mientras yo sea gobernador de esta Isla –o sea, por los próximos cuatro años, y va en coche– no le sonará ni siquiera una tripita a ninguno de los miembros de la Junta de Control Fiscal. Me aseguraré que cuando sus integrantes tomen las decisiones que afectarán negativamente la vida de millones de puertorriqueños, ¡al menos no lo harán con el estómago vacío!».