«Solamente queremos dejar claro que cedimos la isla de Puerto Rico a los Estados Unidos a perpetuidad y sin devoluciones. Esto está diáfanamente claro, ¿verdad que sí?», rezaba la carta de los monarcas del que otrora fuera el imperio más grande de la tierra. «Ya nos llevamos todo el oro y en verdad, no tenemos los recursos para reintegrar a los puertorriqueños al reino, máxime cuando evidentemente tendríamos que invertir recursos monetarios y de personal que simplemente no tenemos para volver a enseñarles castellano a los habitantes de la isla», declara la carta.
La Casa Blanca agradeció la aclaración ya que estaban considerando la idea, pero no habían procedido aún porque estaban teniendo problemas encontrando el recibo.