Street View es la funcionalidad dentro de Google Maps que le permite al usuario ver fotografías reales y a 360° de las carreteras de los lugares donde el servicio ha sido desplegado. Útil no solo para tener una mejor idea de la ruta a seguir sino también para ver quién fue mangado en alguna movida bochornosa, la aplicación de Google Street View había sido pedida por miles de puertorriqueños deseosos de tener mejor idea de cómo llegar a los sitios sin tener que depender de direcciones pluscuamboricuas tales como «vira a la derecha después del tercer palo de mangó», «si pasaste la gasolinera de Junito, ahí no era, sino la calle antes» y «cuando llegues a la barriada Algarroba, párate y pregunta».
Sin embargo, los choferes de los vehículos fotógrafos de Google no tardaron en darse cuenta de lo mucho que estaban capturando con sus cámaras. «¡Wow, esto en vez de Google Street View podría ser más bien un episodio de ‘Cops’, ‘America’s Most Wanted’ o ‘The Shield’!», se maravilló Randall Smith, uno de los conductores. «En lo poco que llevo guiando las calles de Puerto Rico, ya he presenciado dos tiroteos, cuatro asaltos a mano armada y trescientos cincuenta y cuatro cortes de pastelillo… ¡y eso que empecé ayer!». Smith confesó que, siendo esta su primera vez guiando en la Isla, quizás le tomará un poco adaptarse al modus operandi del conductor boricua promedio: «Me encontré con un sendo tapón en la autopista y presencié cómo mágicamente se abrió un nuevo carril a la derecha –lo que yo antes creía erróneamente era el paseo. Creo que las imágenes que he capturado constituyen un 30% criminales mangados in flagrante delicto, 20% gente pegándoselas a sus parejas y 50% yo guiando por la marginal mientras la gente en el tapón me saca el de’o malo. ¡Las fotos que no nos pida la Policía nos las comprará seguramente Lo Sé Todo!».
Mientras la Policía celebra la llegada de Street View como «el megaéxito de vigilancia electrónica que anhelamos pero no tenemos ni los chavos ni el derecho constitucional de establecer», la clase criminal la desdeñó renombrándola «Street Snitch» (o, en buen boricua, «Chota de barrio»). «¿En serio uno ya no puede salir a la calle y entrarle a tiros a un soldado de la pandilla rival sin quedar retrata’o?», se preguntó existencialmente José «Pepe Le Piu» Martínez, cabecilla de Los Matones de la Dómenech. «Sostengo que, como delincuente boricua de pura cepa, es mi derecho cometer cualquier fechoría que se me antoje y que todo el mundo se haga de la vista larga sin que haya jamás evidencia en mi contra. No se supone que tenga que estar pendiente a ver si viene por ahí uno de esos dichosos carritos chotorros antes de explotar a mi víctima du jour. ¿Adónde estamos llegando, Puerto Rico, si mi derecho constitucional de protección contra ataques a mi honra y mi reputación consgrado en el Artículo II, Sección 8 está siendo menoscabado por fuerzas invasoras extranjeras?», musitó Martínez doctamente, convenientemente ignorando que la Sección 7 de ese mismo artículo habla del derecho a la vida de sus víctimas.