«Ya es hora que esos feroces y desalmados asesinos marinos dejen de nadar por nuestras costas como Pedro por su casa y poner así en peligro la vida del bañista boricua promedio», sentenció García Padilla, aclarando: «Bueno, al menos al bañista promedio que le dé por nadar dos millas mar adentro. Bastante tiene que temer el puertorriqueño que un caco lo explote al frente de su casa; que pierda el empleo de la noche a la mañana y que su familia se quede en la prángana; o que al vecino del lado le dé por poner reggaetón a to’ fuete todas las noches. ¡Sería el colmo que también tuviera que perder el sueño con que un pesca’o dientú’ y ‘esmaya’o venga a darle un mordisco en medio océano!». Los detalles de la propuesta de ley son aún imprecisos, y no está claro cómo esta podría hacerse cumplir cuando los tiburones no saben leer, pero el gobernador pidió confianza en él, recordándole al pueblo que «eso de sacarme legislación nebulosa de la manga y lograr que me la aprueben es mi especialidad».
Por alguna razón, el Dr. César Vázquez, portavoz del grupo conservador Puerto Rico por la Familia, expresó su admiración por la legislación propuesta y elogió la valentía del gobernador: «Francamente estoy sorprendido de que Alejandro García Padilla haya tenido esta iniciativa, pero me alegra que por fin le haya hecho caso a la opinión de la comunidad evangélica de la Isla y abogara por proteger a la ciudadanía de esos seres malignos». Al preguntarle al doctor Vázquez qué tiene su grupo religioso en contra de los tiburones, este replicó sorprendido: «¡Oh, es protección contra los tiburones! Yo había escuchado otra palabra que rima con eso: ¡mala mía! Ah, pues en ese caso pichea: ¡nosotros no tenemos absolutamente nada en contra de los tiburones!».
García Padilla recalcó que espera que la nueva ley sirva «para proteger a la ciudadanía de la potencial ola de ataques de tiburones estilo ‘Sharknado’ que podría azotar la Isla en cualquier momento… Digo, y si luego resulta que en Puerto Rico no ha habido ataques de tiburones por muchos años, ¡más vale que acrediten mi legislación retroactivamente!».