Irlanda, un país mayoritariamente católico, sorprendió al mundo cuando su electorado aprobó, 62% a favor y 38% en contra, que el derecho al matrimonio se extendiese a las personas sin distinción de sexo (convirtiéndose en la primera nación en hacerlo por voto popular). Luego de tan zarrapastrosa derrota, líderes católicos irlandeses tuvieron que conceder «que no fuimos exitosos en llevar nuestro mensaje de que ser religioso también implica querer hacerle la vida cuadritos a los gays, y que quizás debemos ser nosotros quienes aprendamos de nuestros feligreses lo que significa verdaderamente ser un buen cristiano y amar al prójimo como a uno mismo». Sobre este último punto, sin embargo, la feligresía católica se mantiene dudosa: «Después de todo, este es el mismo clero que encubre cotidianamente a curas pederastas y que excomulgó a una madre por conseguirle un aborto a su hija de 9 años que fue violada… let’s just say we’re not holding our breath«.
Temerosos de que entren a la Isla «la funesta idea de que los derechos civiles le deben aplicar igualmente a todo el mundo y el mantra hippietón de que hay que respetar las diferencias de los demás», líderes religiosos exigieron que se le cerrara el paso a «todo lo que sea irlandés». «Primero que nada: cero arcoíris en Puerto Rico», reclamó el padre Carlos Pérez Toro, portavoz de Puerto Rico por la Familia, «lo que debimos haber prohibido hace buen rato porque, aparte de sus obvias connotaciones gays de inclusión a todo tipo de personas, al final de los arcoíris es donde los leprechauns depositan su malhabido tesoro de tolerancia al pecado. Segundo: no más tréboles de cuatro hojas, que aunque supuestamente traen felicidad, en esta ocasión solo me trajeron un leve saborcito a mierda en la boca. Y finalmente: queremos que se ilegalice la manufactura y consumo de cerveza verde, tan popular en las barras el Día de San Patricio… ah, y, hablando de: ¡que no se celebre más ese día en Puerto Rico! ¡Y que le hagamos boicot al San Patricio Plaza! ¡Y que se deporte a toda persona llamada ‘Patricio’, que de todos modos ese nombre está feo y con velocidad! Ay, Bijnen, ¡es que son tantas las cosas que me gustaría prohibir, que si sigo, no acabo!».
Por su parte, el arzobispo Roberto González Nieves lamentó que «la tolerancia y la aceptación del prójimo» hayan reinado entre los católicos en Irlanda, en claro desafío de sus líderes religiosos. «Encuentro sumamente triste que tantos fieles católicos hayan votado a favor del matrimonio igualitario sin importar las tácticas de miedo, mentiras descaradas y amenazas eclesiásticas utilizadas por el clero. ¿Qué se supone que hagamos nosotros ahora? ¿Adoptar posturas modernas y dejar de promulgar la exclusión, el rechazo y otras mezquindades semejantes? Bueno, primero intentemos de dejar de sobar nenes chiquitos y luego veremos: ¡hay que caminar antes de correr!».