«¿Cómo pensar que nosotros seríamos tan insensibles al sufrimiento de la gente sin monóxido de dihidrógeno en este país?», preguntó Papote Pérez, portavoz de uno de los residenciales públicos en cuestión, mientras se apreciaban vórtices interdimensionales materializándose sobre cada piscina y vomitando el preciado líquido. «¿No se les ocurre que somos enteramente capaces de procurar fuentes alternas de monóxido de dihidrógeno, como lo son los manantiales que hay en Fernóbulax 5 por un tubo y siete llaves? Total, les estamos haciendo un favor, porque en su mundo, el monóxido de dihidrógeno es tan tóxico como el mercurio nuestro. ¡Ya, como si fuéramos a malgastar recursos naturales que escasean en la Isla para llenar unas trapos de piscinas! Nos hieren, en verdad».
Sobre qué se le está dando de trueque a los habitantes de Fernóbulax 5, se explicó que se les da a cambio antenas de satélite Dish y DirecTV descartadas, porque «esa gente se los comen como si fueran Oreos y aquí ni botándolos se acaban».