La escena de la garata fue la sala de emergencias del Hospital Regional de Bayamón, donde la doctora Ortiz había manifestado su molestia por que los pacientes no estuvieran en la sala de espera cuando fueran llamados, a lo que uno de los presentes le ripostó que bastante tienen que esperar los pacientes para ser atendidos, así que el que los doctores también tengan que esperar, no es nada. De ahí la discusión escaló (o más bien descendió) vertiginosamente a ataques personalistas, en donde la paciente acusó a la doctora de ser «poco profesional» y le dijo que tenía una «boqueta», mientras que la galena llamó «ignorante» a la paciente, le echó en cara que eran sus impuestos los que pagaban por la reforma de salud, la instó a leer un libro (sin aclarar si ella misma había leído «El Manual de los Buenos Modales», «Los Cánones de la Ética Médica» o «Cómo No Tratar a tus Pacientes como Mierda»), y más chocante que todo, la llamó «mi amol».
Interesantemente, la doctora Ortiz también opinó que la razón por la cual «este país es una porquería» es porque la gente escucha a Daddy Yankee, siendo esta la segunda vez en una semana que el reggaetonero boricua se siente aludido y se ve obligado a responder públicamente. «Primero el director de la Orquesta Sinfónica dominicana acusa al reggaetón de incitar a la violencia, y ahora esta doctora armá’ me echa encima a mí la responsabilidad de que la Isla esté en un gas llegando a petróleo», musitó Daddy Yankee. «¡A la verdad que estoy pega’o! Ya para que mi nombre siga saliendo en los medios de comunicación no tengo que hacer nada más que esperar a que alguien me venga con tira’era pa’ yo venir y tirarle pa’trás, y to’ítos los periódicos lo cubrirán como si fuera noticia. Esto me resulta sumamente conveniente para mantener mi nombre en la prensa, dado que eso es mucho más fácil que componer una canción de reggaetón… ¡y mira que eso es mucho decir!».
Por su parte, la secretaria del Departamento de Salud, Ana Ríus, ordenó a los supervisores de la doctora Ortiz que la botaran como bolsa de manera inmediata. «Yo sé que algunos de nuestros pacientes son más carnepuercos que una chuleta y que bregar to’ el santo día con gente ará’ y malcriá’ saca a uno de quicio», admitió Ríus. «¡Si lo sabré yo, que mi puesto me obliga a tener que bregar día tras día con políticos ineptos! También soy consciente de que nuestro sistema de salud está minado con burocracias enloquecedoras, administradores apáticos y facilidades pésimas, y que este exabrupto de la doctora Ortiz quizás fue simplemente ira redirigida inapropiadamente. Sin embargo, la razón principal por la cual tuve que ponerla a ella de patitas en la calle fue porque perpetró la ofensa más grave que puede cometer un empleado gubernamental: ¡armar un escándalo mientras alguien lo está grabando!».