El disgusto por parte del grupo obrero surge de la aprobación del proyecto de ley de Sostenibilidad Fiscal y Operacional del Gobierno (o como se llamó en su primera versión, «Ley De Dar Picota Pu’ Ahí Pa’bajo»), el cual estipula que el gobierno congelará los convenios colectivos con los sindicatos «hasta que la piña deje de estar agria, hasta que un asteroide choque con la Tierra y la haga añicos, o hasta que nos dé la gana –lo que suceda primero». Los líderes de la UTIER rápidamente aprobaron un voto de huelga y organizaron una marcha que culminó en los pasillos de Plaza Las Américas, «el lugar idóneo para poder ventilar públicamente nuestras quejas, para que el Pueblo de Puerto Rico pueda escuchar nuestro descontento, y para después poder comprarle a la nena una blusita de lo más mona en Forever 21».
El grupo sindical consideró que su manifestación en Plaza Las Américas fue un gran éxito porque «pudimos gritar el estribillo de ‘¡Lucha sí, entrega no!’ hasta marear a medio mundo; pudimos marchar bajo aire acondicionado en vez de sudar la gota gorda a la intemperie; y cuando terminamos el bembé, pudimos comernos un chisquéi de Oreo en el Cheesecake Factory. ¡De ahora en adelante, todas nuestras manifestaciones serán aquí en Plaza, así estemos protestando a favor de Vieques!».
Por su parte, el gobernador Alejandro García Padilla le restó importancia a la marcha de la UTIER, agregando: «¿Pues qué quieren que diga? ¿Que sus reclamos tienen mérito y que les estamos bregando bien Chicky Starr?». El gobernador concluyó que «esa manifestación en Plaza Las Américas me tiene sin cuidado: los boricuas no necesitamos excusa para ir a parar allá. Cuando logren convocar a miles de personas a marchar en el pueblo fantasma que es el Paseo de Diego en Río Piedras, ¡ahí sí que me voy a embarrar yo!».