El aviso de tornado, que arropó a varios municipios alrededor de la Isla, no causó estragos mayores allende a par de árboles caídos, dos o tres muebles de patio tumbados, y uno que otro peluquín extraviado. Esto causó desazón entre miles de desilusionados boricuas quienes anhelaban que el temporal los levantara de sus casas y los depositara en el fantástico país de Oz, «donde habrá brujas perversas, monos voladores y enanitos que se la pasan cantando insoportablemente, pero al menos no está el caco que hace orilla».
«¡Yo tan ilusionada con ese aviso de tornado!», suspiró tristemente doña Maritere González. «En cuanto escuché que podía venir un ciclón en cualquier momento, rapidito yo hice mis maletas y me fui con todos mis bártulos al frente de mi casa intentando de lucir lo más levantable posible, a ver si me agarraban los vientos huracanados… y como pueden ver, sigo aquí igual que antes (o bueno, quizás peor que antes, porque un malandrín me robó las maletas). O sea, ese tornado no tenía que transportarme a la increíble tierra de Oz, como hizo Dorothy… pero caramba, ¡que al menos me llevase a la creíble ciudad de Orlando, como hicieron la mitad de mis familiares!».
Por otro lado, la meteoróloga Susan Soltero no respondió a nuestras preguntas sobre el fenómeno atmosférico, seguramente porque estaba demasiado ocupada haciéndole caso desmesurado a un tuit que insinuaba que está sobrepeso.