La península ucraniana de Crimea realizó un referéndum hace par de semanas en el cual sus habitantes debieron decidir entre independizarse o permanecer como parte de Ucrania, eligiendo finalmente la secesión. Interesado en anexar dicho territorio a Rusia, Vladimir Putín envió tropas a Crimea para «facilitarle la decisión a la ciudadanía: o independencia, o que alguien llamado ‘Ivan’ o ‘Igor’ les vuele los sesos». Dado que el presidente ruso evidentemente está en las de anexionar territorios que no le pertenecen, el gobernador Alejandro García Padilla ideó el plan de invitarlo a Puerto Rico «a ver si nos hace parte de Rusia y salimos de esta pelambrera que estamos pasando».
«La relación de los Estados Unidos con Puerto Rico es como la de un viejo ricachón casado y su chilla», musitó filosóficamente García Padilla. «Él ni quiere casarse con nosotros y mudarnos a la casa grande, ni quiere romper con nosotros y dejar de darse la goza’íta con nosotros cuando le dé la gana –aunque hablando claro, nosotros tampoco queremos romper con él, porque va y nos cancela las tarjetas de crédito. E igual que hacen las gold-diggers cuando su sugar-daddy deja de apreciarlas y deja de prestarles atención, la solución es simple: ¡buscarse otro sugar-daddy! Y si es su enemigo mortal, ¡mejor aún!». Usando esa línea de pensamiento, el gobernador recibió a Vladimir Putín en La Fortaleza y le dio un tour de la Isla, intentando de convencerlo de que Puerto Rico es «la Crimea del Caribe».
Por ejemplo, el gobernador llevó a Putín a Guánica, no solo para enseñarle la belleza de sus playas, sino también para demostrarle cuán fácilmente una superpotencia podría desembarcar su flota por ahí y, en menos de un mes, quedarse con toda la Isla. «Puerto Rico es hermoso, cálido, y sumamente conquistable», se jactó García Padilla ante el visitante ruso. «Estamos acostumbrados a no mandar en nuestra propia casa y a que una nación poderosa nos proteja, nos mantenga, y haga justicia cuando nuestro propio sistema legal se quede corto. ¿Qué diferencia hace si esa nación habla inglés, ruso o chino? ¡No es como si después de más de cien años perteneciendo los Estados Unidos nosotros hayamos aprendido inglés de todos modos!», rio el gobernador, señalándose a sí mismo con los dedos pulgares con una sonrisa charlatana.
Luego de terminado el recorrido alrededor de la Isla, Vladimir Putín sentenció parcamente: «Da: gustyar de pequenya isla caribenya. Gustyar de mujeres boricuas; gustyar de maví bien frío; gustyar de mondyongo con myucha toallita. ¡Rusia ahora ser duenya de Puerto Rico!». La Casa Blanca, por su parte, aún no ha reaccionado ante la unilateral transferencia de poder de Puerto Rico a Rusia, explicando que cuando el presidente Obama se enteró que Putín estaba tan cerca como el Caribe, se escondió detrás de su escritorio y ha rehusado salir de ahí.