El proyecto de ley, cuyo título original era «¡Regresa! ¡Todavía te amo! ¡Puedo cambiar!», pretende atraer a los miles de boricuas que han decidido hacer su vida en otros lugares con promesas de beneficios contributivos, intuyendo erróneamente que fueron los impuestos quienes propiciaron el éxodo masivo –y no otros factores como la criminalidad, la falta de empleo, y el apabullante despingue generalizado. No conforme con ofrecer incentivos económicos, sin embargo, la exposición de motivos de la legislación (subtitulada «¿Que tiene esa zorra que no tenga yo?») también se dedica a tirar por el piso a la Florida, estado donde residen millones de puertorriqueños, y concluye aseverando: «¿Para qué quieres a Disney World, si Puerto Rico entero es puro realismo mágico?».
La legislación ha hecho sentir a los miles de jóvenes profesionales que decidieron permanecer en su tierra natal y mejorar la situación económica del país como el novio fiel y atento quien, por alguna razón, termina siempre siendo dejado por otro. «Mamita, ¿pero qué hice yo para que me trates de esa manera?», preguntan estos boricuas que no le echaron fli a Puerto Rico y están fajándose por echarlo pa’lante. «¿Por qué no me das esas exenciones contributivas a mí, que estoy en la prángana y siempre te he tratado como una reina y he soportado todas tus pendejadas?». Hasta el momento, las súplicas de estos ciudadanos han caído en oídos sordos, incluso luego de haber escrito grafiti en todos los puentes y varios baños públicos declarándole su amor a la Isla.
Por otro lado, ante el acercamiento del gobierno para con los boricuas exiliados, estos aseguraron que «No eres tú, soy yo», y le pidieron encarecidamente a la Isla que perdiera su número telefónico y que dejara de taguearlos en Facebook, concluyendo: «We’re just not that into you«.