Make-A-Wish es la organización conocida por hacer realidad los deseos de niños con enfermedades incurables, a menudo incluso reclutando la ayuda de artistas famosos interesados en hacer el bien (o generar publicidad positiva). Esta vez le tocó el turno al pequeño Miles Scott, quien cumplió su sueño de ser un superhéroe cuando miles de voluntarios alrededor de la ciudad de San Francisco se pusieron de acuerdo para hacerle creer al chico de cinco años que era Batman (pero la versión cool de Christopher Nolan, no la súper totona de Joel Schumacher).
Lázaro Hernández fue uno de los puertorriqueños que intentó rápidamente sacarle provecho a la situación: «¿En serio que estos gringos de Meicagüich hacen realidad las peticiones de niños moribundos, así porque sí? Ah, pues bien: resulta que mi hija Yetzalinés tiene el tipo de cáncer ese en la sangre que tiene nombre de vieja de campo, ¿cómo es que se llama? ¿’Nucemia’? ¿’Leutania’? ¿’Eusabia’? Guaréver: el punto es que el último deseo de mi nena es poder criarse en cualquier sitio donde tenga más probabilidades de recibir una buena educación pública que de graduarse sin poder hallar un empleo. Creo que la he escuchado decir que no le molestaría vivir en una casita súper cómoda en Orlando a menos de veinte minutos de Disney World –¡y con pases anuales a todos los parques, claro está!».
Migdalia Parés es una madre boricua quien le envió una encarecida petición a Make-A-Wish de parte de su hijo Félix Omar, cuyo sueño es también ser un superhéroe, «preferiblemente uno cuya ciudad base no esté en cierta isla caribeña rumbo a la bancarrota cuyo irónico nombre no quiero mencionar. No tiene ni que ser uno de los personajes cool: él se conformaría con ser Gambit, Robin, o en el peor de los casos, Aquaman. Lo único que no querría ser sería Súper Pan, porque eso implicaría vivir en la Isla». Cuando representantes de la fundación benéfica se comunicaron con la angustiada madre para preguntarle de qué mal iba a morir su hijo, esta contestó: «De una bala perdida, probablemente».