Laguna Grande, como se le conoce a este singular cuerpo de agua en el municipio de Fajardo, usualmente manifiesta una brillantez provista por unos organismos microscópicos llamados «dinoflagelados» (cuyo nombre evoca enormes animales prehistóricos que se autocastigan con látigos). La bahía, empero, últimamente ha comenzado a reflejar la situación social de Puerto Rico perdiendo el lustre, viniéndose a menos, y en general siendo solo una versión desmejorada de lo que un día fue. Los biólogos no saben exactamente qué motivó a las diminutas criaturas a «estar tan apagadas como las posibilidades de Puerto Rico de echar pa’lante»; sin embargo, todos están de acuerdo que «esos dinoflagelados deben haberse metido a poetas o algo así, porque esa desalentadora metáfora les quedó de show«.
Por su parte, el alcalde de Fajardo ha comenzado sigilosamente a lanzar glowsticks dentro de las aguas de la bahía para intentar recrear la fosforescencia de antaño y poder así engatusar a los turistas visitantes quienes, de otro modo, no irían a ese pueblo ni a buscar billetes. Esto, según los biólogos que estudiaron el fenómeno, solo alimenta la poesía de la situación, «porque si hay algo más certero que el hecho de que el porvenir de la Isla se hace cada día más opaco, es que quienes están al poder intentarán todas las artimañas a su alcance para hacerle creer a la gente que todo está bien y que aquí no ha pasado nada».