Miguel Aguilar, oriundo de Caguas, aseguró siempre ser de los primeros en responder «¡Weeeepa!» cuando alguien grita: «¡Si eres boricua de verdad, grítame ‘Weeeepa’!». Al mismo tiempo, sin embargo, confesó ser de las personas que comúnmente usa la palabra «pato» para referirse a ciertas personas y no solo a pájaros acuáticos de la familia anatidae. «El sábado viendo esa pelea honestamente no sabía qué sentir», admitió Aguilar. «Por un lado obviamente le iba a El Fenómeno porque ganar ese campeonato hubiera puesto el nombre de Puerto Rico en alto… pero por otro lado, quería que alguien pusiera en su lugar a un hombre gay que lo grita a los cuatro vientos sin vergüenza ninguna en vez de quedarse en el clóset calladito como Dios manda. ¡Eso me puso en una terrible disyuntiva!», declaró, sorprendiendo a muchos con que alguien con una mentalidad tan montuna conozca la palabra «disyuntiva» y sepa usarla correctamente.
El púgil boricua había causado revuelo antes de la contienda cuando reveló que su uniforme consistiría de unos pantalones con la bandera puertorriqueña pero con los colores del arcoíris, en representación de la comunidad LGBTT. «¡No puedo creer que El Fenómeno haya mancillado el honor de nuestra bandera cambiándole los colores para plasmar su cochino orgullo gay!», recriminó molesto el reverendo Martín Narváez. «Claro que no suele importarme un bledo que nuestra bandera a veces use azul celeste, otras azul turquí y otras azul imperial«, aclaró, «y tampoco me ofende el mero hecho de que boxeadores boricuas plasmen el símbolo de nuestra isla en lo que puede describirse caritativamente como ‘paños menores’, que terminarán inevitablemente sudados y apestosos… ¡pero me reservo el derecho de resentirme por lo que me dé la gana, a conveniencia!», tronó el ministro.
Activistas pro derechos de la comunidad LGBTT lamentaron que Cruz no haya resultado victorioso en la contienda, asegurando que «no habría nada mejor que poder decirle a quienes suelen lanzar epítetos homofóbicos que si no se callan le vamos a tirar encima a un campeón mundial de boxeo, a ver quién es más macho». Sin embargo, confesaron que su mayor añoranza es que llegue el día que todos los puertorriqueños puedan respaldar sin reparo a un púgil boricua, sin importar su orientación sexual. «Digo, lo ideal es que nuestro orgullo patrio no dependa del desempeño en el ámbito internacional de nuestros deportistas, artistas o reinas de belleza», confesaron, «sino de cómo nos tratamos mutuamente como pueblo y cómo logramos echar nuestra isla pa’lante… ¡pero por algo hay que empezar!».