Los talentosos animales rehúsan ser tratados como «vulgares animales de laboratorio» (dado que son, a su parecer, «finos animales de laboratorio») y por eso se han unionado para poder operar independientemente. «Estamos hartos de usar nuestras habilidades superhumanas para el bienestar del Hombre sin recibir ni siquiera una sobadita de panza», ladró iracundo uno de los canes adiestrados. «Guiamos a sus ciegos, hallamos a sus personas perdidas y trillamos a sus cochinos gatos, y, ¿cómo nos lo agradecen? ¿Dándonos doggie snacks que saben a mil demonios? ¡N’homb’e, no! ¡Si quieren que les detectemos el cáncer, más vale que nos paguen en cachimiro cantante y sonante!».
La nueva y exclusiva Clínica Oncológica Canina intentará generar una clientela «adinerada –preferiblemente guaynabitas jai clas» porque no aceptan planes médicos y por ende no quieren atraer «gente más pelá’ que un chucho viejo». La gerencia promete que «cada fémina que busque de nuestra ayuda recibirá la atención exclusiva de un diestro can que la güelerá de arriba pa’bajo para ver cuál es la que». A pesar de que los investigadores de la Universidad de Filadelfia buscan crear un dispositivo que pueda detectar el distintivo olor que emiten las mujeres con cáncer ovárico, los perros no se sienten amenazados. El panfleto de la clínica asegura que «nuestros peritos perritos olfatistas serán capaces de detectar en cuestión de segundos y a varios pies de distancia si la paciente tiene un quiste en un ovario, un tumor incipiente en el útero, e incluso un canto de tocineta en el bolsillo».