El desplazamiento de tierra que ocurriera la semana pasada en Villa España provocó que los vecinos de dicha urbanización se alarmaran y algunos de ellos tuvieran que huir despavoridos de sus casas (aunque otros optaron por quedarse y filmar el derrumbe en todo su apogeo). El mogote colindante a las viviendas, cuya ladera se desplomó sobre unas diez de estas causando grandes daños, confesó que simplemente estaba en proceso de levantarse para largarse del Pueblo del Chicharrón y dejar atrás «el revolú, el tránsito y los bayamoneses».
«Nunca pensé que esto causaría tanto revuelo», explicó el promontorio rocoso. «Yo, harto ya de vivir en esta olla de grillos, empaqué mis tereques para mudarme a otro pueblo más tranquilo y con menos tapones que Bayamón –¡o sea, que tengo prácticamente todos los municipios de la Isla pa’ escoger! Éniju, no hice más que empezar a levantarme para irme y empecé a escuchar a una doña gritando a to’a boca: ‘¡¡¡TAAATIIIII!!! ¡¡¡TAAAATIIII!!!’. Esto me dio un tremendo susto, primero porque yo estaba siendo súper sigiloso porque quería irme guillaí’to y a escondidas, y segundo porque no me llamo Tati, sino Pedro Montañés. Si no llega a ser por esa gritería que hizo que me detuviera, ya estaría yo en algún pueblito de la montaña cogiendo fresco y no escuchando reggaetón a to’ fuete», aseguró Montañés con un suspiro de añoranza.
El mogote declaró que ahora que sabe que su ida causó tanta zozobra entre los vecinos de Villa España, piensa quedarse donde está. «No sabía que esta gente me quería tanto», explicó algo conmovido. «Siempre pensé que como los humanos seguían deforestándome año tras año causando más y más erosión, mi bienestar no les importaba mucho, pero a juzgar por el alboroto que se armó cuando traté de irme, parece que sí me aprecian después de todo. ¡Y ahora entiendo que si construyeron una urbanización tan cerca de mis laderas, debe ser porque quieren que les dé un abracito de vez en cuando!», exclamó con emoción la colina de piedra caliza.