Según el catecismo católico, la indulgencia es «es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos» –o, dicho en cristiano, «time off for good behavior» en el purgatorio. La conclusión del estudio de DACO es que «cualquier persona que piense que va a pasar menos tiempo expiando su peccata minuta en el purgatorio por simplemente darle un follow a una cuenta con nombre de condón barato, está tripeando en kétchup».
Sin embargo, fueron miles quienes cayeron en la redada del enigmático usuario de Tuíter que se hace llamar «Pontifex», quien prometió que aquellos que siguieran sus tuits durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro recibirían una indulgencia a vuelta de correo. La investigación realizada por DACO reveló que ninguno de esos usuarios recibió las mentadas indulgencias, para el desazón de aquellos quienes, contando con que las obtendrían, se pasaron el güikén entero sueltos como gabete.
«No sabemos quién es ese tal ‘Pontifex'», explicó Juan Ruiz, investigador de DACO, «ni por qué su nombre suena a medicina para la impotencia, pero sí sabemos que timó a miles de consumidores incautos alrededor del mundo. O sea, es indiscutible que el tiempo que el alma pasa en el purgatorio antes de poder ascender a los cielos no puede disminuirse simplemente siguiendo a alguien en las redes sociales: ¿a quién se le ocurriría semejante ridiculez? Es OB-vio que las indulgencias solo se pueden conseguir girando un chequecito a nombre del Vaticano: ¡cualquier otra cosa sería francamente inverosímil!», tronó el férreo defensor del consumidor.
DACO le aconsejó a la ciudadanía a ser más reacia a creerse cualquier cuento que alguien le quiera vender: «Jesucristo nació de una virgen, murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día para luego morar a la diestra de Dios Padre por los siglos de los siglos, y solo a través de él lograremos la salvación. ¡No se traguen estos ridículos cuentos de camino de que pueden coger atajos en el Más Allá siguiendo a un fulano en Tuítel! Jelou, eso no tiene sentido: ¡usen la cabeza!».