«Y que hacemos tratos con ellos para comprar votos. Por Dios… ¡Si no deberían ni poder votar!», exclamó nuestra fuente confidencial, quien usa el pseudónimo de «Castro Fontánez». «Esto es más manejo de riesgo que otra cosa: nosotros los mantenemos felices mientras hacemos nuestras fechorías finas y cuando inevitablemente uno de nosotros vaya preso por corrupción, pues ya tenemos panitas ahí adentro», aseguró.
Entre los beneficios para políticos que le hayan «brega’o el caso» a la comunidad Ñeta se encuentran una cuota reducida de tres artículos mensuales a entrar a la institución por contrabando anal; garantía que nadie les robará la meriendita en el patio de la institución; y que nadie les pedirá que recojan la barrita de jabón en el piso de la ducha.