Contrario a años anteriores, cuando los jóvenes solo pedían juguetes y dinero como regalos navideños, este año todos los niños se pusieron de acuerdo para pedirle a San Nicolás una sola cosa: un mejor porvenir. Usando los medios sociales para coordinar el esfuerzo, los chicuelos se aseguraron que «ningún nene listo viniera a incluir en su listita de regalos cosas totonas como patines, Legos o muñecas… boberías que pudieran distraer a Santa Claus de traernos a todos lo único que verdaderamente necesitamos que nos traiga: ¡un mañana menos mierdoso, y un mejor lugar donde vivirlo!».
José «Pepito» Fontánez, el joven de nueve años quien organizara esta impresionante gestión, explicó que su inspiración fue el darse cuenta que todos los juguetes del mundo no valen nada si no tiene dónde jugar con ellos. «¿De qué me sirve solicitarle a Santa Claus que me traiga una nueva bicicleta hasta que el Superintendente de la Policía no tenga un buen plan anticrimen que me permita salir a la calle a correrla sin que un atorrante me llene de plomo? ¿Para qué me molestaría en pedir un PlayStation 3, si aquí la luz se va a cada rato y no me alcanzaría ni a darle save al juego antes de quedarme a oscuras? Yo tendré solo nueve trapos de años, pero ya estoy al tanto que sin esas cositas básicas, lo demás como que no importa. ¡Ahora lo que quiero yo saber es por qué si fue lo único que le pedimos a ese gordo barrigón, esta Isla sigue yendo de Guatemala a Guatepeor!».
En efecto, a juzgar por los titulares de la prensa vistos desde ayer, es evidente que Papá Noel no le trajo a los niños puertorriqueños el ventiúnico regalo que estos le pidieron. «Me da mucha pena decepcionar a los chiquillos de Puerto Rico», se lamentó San Nicolás, «pero este año me la pusieron difícil. Normalmente los nenes se esmandan pidiendo, pero en su lista siempre hay algo que cabe en mi budget y así los complazco. Pero este año me clavaron: todos los nenes pusieron una sola cosa en su lista, sin backup ni nada… ¡así que se quedaron todos pullú’s! ¿Quién los manda a ser tan poco lambí’os y solo pedir una cosa?».
Santa Claus culminó diciendo: «Eso de convertir a Puerto Rico en un mejor país de un día pa’ otro es una quimera, y requerirá mucho más que mi inexplicable magia navideña. Esto no progresará hasta que los puertorriqueños mismos no se cansen de vivir así y dejen de elegir a cualquier atorrante con cabello Mirta’s que logre poner su nombre en una papeleta. Por Dios, si yo tuviera la fuerza de cara de asegurar que yo solito puedo arreglar el despingue que hay en esta Isla… ¡me metería a político y correría pa’ Gobernador!».