«Ya saben, jóvenes de Puerto Rico», explicó el gobernador Fortuño. «Si quieren servir a su pueblo, no pierdan el tiempo estudiando administración, ciencias políticas o Dios libre, entrando al servicio público, pretendiendo llegar a la cima destacándose por su eficiencia y competencia. La forma de llegar es no estudiar en ninguna institución de educación superior, hacerse famoso (preferiblemente siendo actor/actriz de novela o deportista con par de hijos realengos), identificarse con el partido en el poder, donar a la campaña… ¡y ya! Y si tienen suerte y cae un alcalde corrupto, los sentaremos en la silla sin ninguna elección, como en este caso, porque Dios sabe que este partido no tiene más ná’ que ofrecerle a Vega Baja», declaró con candidez.
El futuro alcalde de Vega Baja expresó su beneplácito al ser escogido como el primer mandatario de su pueblo natal: «Tantos años practicando cómo jugar beisbol ha rendido su lógico fruto: ¡que me regalen la alcaldía de Vega Baja! No tengo ninguna duda de que tendré éxito en esta encomienda. ¡Es como manejar un equipo de beisbol, pero con una corbata puesta! Quién sabe, ¡a lo mejor algún día pueda ser gobernador!», expresó, mientras Fortuño sonreía nerviosamente.