San Juan, Puerto Rico – Portavoces del gremio de ladrones de automóbiles alzaron hoy su voz de protesta para exigirle subsidios al Gobierno, dado que «la economía mierdosa de la Isla está haciendo que la calidad de carros para robar disminuya, y ya no podemos sustentar ni a nuestras familias ni nuestros hábitos farmacodependentes».
La Asociación de Dealers de Carros Calientes de Puerto Rico, el gremio criminal que reúne a «toda persona que obtenga carros para vender sin tener necesariamente el permiso de sus antiguos dueños», es un sector de la sociedad que ha sido afectado por la recesión. Su portavoz, Julián Gallos, acusó al gobierno de turno de «joder tanto la economía de la Isla que la gente ya no tiene chavos para andar chuleando en carros caros — ¡y a veces ni para pagar carros chiquitos y chipitones!». Por ende, en su estimación, el Gobierno debe ahora subvencionar a «todo caco que haya sufrido una merma en las ganancias obtenidas vendiendo carros calientes, ya sea debido a que no encuentran nada que robar que valga la pena, o porque no pueden hallar a algún incauto con chavos a quien enhocicarle un carro roba’o».
«Yo Soy Pobre Y El Gobierno Me Tiene Que Ayudar®», sentenció Gallos, usando el mantra de todo buen boricua vagoneta que quiere una excusa acomodaticia para no tener que dar un tajo ni en defensa propia. «Fortuño se supone que haya arreglado ya este despingue económico en Puerto Rico, y hasta que no lo haga, nos tiene que asegurar un buen vivir a la clase ratera del país. O sea, ¿que se supone que haga? ¿Ponerme a robar Chevrolets ochentosos de bolitero, o buscarme un trabajo honesto?», preguntó, aclarando rápidamente que la última opción no es verdaderamente factible.
Gallos aseguró que, por ejemplo, hace escasamente unos años podía devengar varios miles de dólares al mes «simplemente troleando el parking de Plaza Las Américas o cualquier urbanización guaynabita en búsqueda de Lexus o Mercedes. Ahora, sin embargo, a duras penas puedo sostenerme tiznándome el primer KIA del ’98 que me encuentre». «Sí, es cierto que robarse un Lexus es un proceso más delicado», admitió el portavoz caco, «pero al menos venderlo vale la pena. Por ejemplo, los KIAs son cajitas de cornfléis con ruedas, y para abrirlos basta con lanzarle una mirada severa — ¡pero luego que te los robas, nadie los quiere ni regala’os!».
Por estas razones ya expuestas, los ladrones de carros profesionales emplazaron al Gobierno «a mantenernos a la manera que estábamos acostumbrados, o a dejarse de pañitos tibios y arreglar la economía de este país de una buena vez para que cada hijo de vecino pueda hacer como El Chuchin y tener un Bentley aunque realmente no pueda costearlo».