«Ach du lieber!«, exclamó gritando el Führer usando la primera de lo que seguramente serán varias frases en alemán que esparcirá a lo largo de la historia. «¿Cómo es posible que nadie pueda ser un cabrón Allá Arriba sin que vengan a compararlo conmigo? Sí, yo sumí a mi nación en guerra por años impulsado por un deseo imperialista, costando miles de vidas de cada bando; sí, yo violé acuerdos internacionales y me los pasé por el forro cuando me convenía; y sí, yo ordené el exterminio sistematizado de millones de Juden en campos de concentración… O sea, para ser un hijo de puta como yo, hay que esforzarse: ¡estos mamalones que ustedes comparan conmigo no me llegan ni a los tobillos!».
En el caso específico de Rivera Schatz, el ex líder alemán admitió que «el tipo definitivamente se las trae, y tiene un airecito de déspota prepotente que hace lo que le da la gana sin importar lo que piense el Pueblo que francamente tiene mucho potencial. ¿Pero compararlo conmigo? Mein Gott! ¡Avísenme cuando haya mandado a matar a alguien, cuando haya mandado a encarcelar a sus opositores políticos, o al menos cuando pase una ley autorizando a la Policía a exigirle los Papieren a los ciudadanos sin causa alguna!». Sin embargo, un punto que le concedió Hitler a Rivera Schatz fue su bigotito: «¡Ciertamente alguien que use ese estilo de bigote hoy día está buscándose que lo comparen conmigo!».
Al enseñarle a Hitler videos del motín ocurrido en el Capitolio, en el cual la Fuerza de Choque repartió macanazos como si fueran cupones en año de elecciones, el ex canciller alemán se mostró muy impresionado: «Sehr gut, sehr gut… ¡Parece que tendré que seguir de cerca la situación en Puerto Rico, a ver si eventualmente alguien verdaderamente merece ser comparado conmigo! Y recuerden: ¡arbeit macht frei!«, concluyó incoherentemete con tal de meter otra frasecita en alemán en la historia.