«Y Mami que me decía de chiquito que para ser policía había que ser hombre de verdad. ¡Mírame ahora, Mami! ¡Hasta me dieron una pistolita!», exclamó Fortuño mientras mostraba la pistola de agua Nerf que el superintendente de la Policía, José «Pepper Spray» Figueroa Sancha, le había regalado. «En verdad estuvo bien nítido. ¡Toditos los guardias entraron al residencial, se oyó un revolú y 15 minutos después me dejaron entrar pa’ que fronteara con chaleco de balas y todo!», aseguró con el mismo brilito en la mirada de un nene de 5 años cuando lo dejan sentarse en la mesa con la gente grande. «Pero no se crean: ¡yo estuve dando instrucciones todo el tiempo con mi walkie talkie!», aseguró, mostrándo un walkie talkie de colores bien llamativos marca Fisher Price.
«Mira, ahora estamos pintando encima del retrato del pillo malo… de mi color favorito, claro está: ¡azul!», explicó mientras le pasaba otro rolo a la pintura del fenecido Coquito. «¿Vieron qué valiente soy? ¡Sin tregua contra el crimen! Ahora, en vez de la cara de un criminal, tenemos este azulito bien bonito… ¡Como el de mi partido!», exclamó seguramente sin entender la sabrosa ironía de tapar el retrato de un pillo con el color del partido que estuvo asociado con ese mismo pillo.