San Juan, Puerto Rico – Como regalo de Día de Reyes, Melchor, Gaspar y Baltazar le regalaron a Tito Kayak una alta estatua para que él tenga dónde treparse en su tiempo de ocio. «Honestamente se nos hizo difícil encontrar qué regalarle a Tito», admitió Melchor. «Todos los años lo único que pide son cosas abstractas e inalcanzables, como ‘Abajo con el Colonialismo’, ‘No al Abuso del Gobierno, y ‘Viva Puerto Rico Libre’: ¡nosotros seremos magos, pero no hacemos milagros!». Baltazar añadió: «Sin embargo, este año le puso tanta pero tanta yerba a los camellos que decidimos que algo bueno teníamos que regalarle al pobre… ¡a pesar de que luego nos enteramos que no fue que nos puso tanta yerba na’, sino que accidentalmente encontramos su ‘stash‘ privado!».


Si Melchor se ve algo ido es porque la «yerba» que les dejó Tito es, en las palabras del Rey Mago, «primo shit«

Gaspar explicó que al leer que Tito se trepó a un poste en el Puente Teodoro Moscoso para protestar el alza de la tarifa se le ocurrió la idea de regalarle una estatua que él pudiera trepar cuando no estaba protestando nada. «Tito necesita una percha dónde reposar cuando no esté luchando por alguna causa política o peleando por el proletariado», aseguró Gaspar. «Es por eso que lo que él encontró de regalo esta mañana en su patio fue una enorme estatua donde se puede encaramar cuando esté descansando entre protestas. Arriba tiene espacio para guardar su mochila llena de botellas de agua y comida, y hasta se la instalamos cerca de un árbol para que pueda colgar cruzacalles con algún estribillo de lucha, tal como ‘¡El Pueblo Se Respeta!’. De hecho, también le regalamos un kit para pintar cruzacalles con templates para las palabras que más usa en sus mensajes de protesta, entre éstas: ‘lucha’, ‘abuso’ y ‘libre'».


Esta alta estatua fue el regalo de los Reyes a Tito Kayak

El agasajado admitió que se sorprendió al ver la enorme escultura en el patio de su casa: «Esto no fue lo que yo pedí, pero tengo que admitir que les quedó chévere. Ya estaba cansa’o de dormir en camas normales, al nivel del suelo. Extraño la brisa que se siente en el tope de una asta de bandera o encima de una grúa, y cuando me encaramé por primera vez sobre la estatua, me remonté a todas esas protestas que realicé desde las alturas. ¡Si sólo alguna de ellas hubiera rendido fruto!», exclamó Tito con un suspiro. El ecoterrorista aficionado aseguró que lo único que le faltaba para que su día fuera perfecto era «poder encontrar la bolsita plástica llena de ‘orégano’ que tenía debajo de la cama y que ahora no encuentro por ningún la’o…».


Treparse en su nueva estatua hará que Tito rememore los «good ol’ times» de cuando protestó desde esta grúa

Por El Rata