«¡Claro que queremos que el Derrame sea nuestro estado #51!», exclamó James Inhofe, senador republicano por el estado de Oklahoma. «En las noticias nos la pasábamos escuchando comparaciones entre el tamaño del Derrame y el de distintos estados de Nueva Inglaterra, así que me puse a pensar: ‘¿Por qué no convertimos al Derrame en un estado y ya?’. Claramente tiene muchos recursos naturales que podrían beneficiar a nuestra nación, y como no tiene habitantes (¡y por ende ningún maldito inmigrante ilegal!), no hay que estar manteniendo a nadie: score!. Además, el Derrame cuenta con muchos recursos acuíferos y mucha vida marina — bueno, quizás no tanta ‘vida’ marina a estas alturas, pero qué rayos».
El Derrame, que representará la estrella número 51 en la bandera estadounidense, contará con el liderazgo de la a veces gobernadora de Alaska, Sarah Palin, quien hizo todo lo posible por taladrar las reservas de petróleo de ese estado. La prensa intentó obtener unas expresiones de la recién estrenada gobernadora, pero aparentemente ésta ya había renunciado a su cargo a escasos minutos de haber sido juramentada explicando, en un inusitado episodio de candidez, que lo hacía para «perseguir descaradamente una nominación presidencial».
De hecho, varios portales noticiosos reportaron que el derrame alcanzó el tamaño de Puerto Rico, lo cual entusiasmó al gobierno estadista de la Isla: «¡Si aceptan en la Unión a un trapo de charco de petróleo, que nos acepten a nosotros no debe ser nada!», exclamó emocionado el gobernador Luis Fortuño. Sin embargo, el Congreso estadounidense decidió pararle el bolo al gobernador rapidito, enviándole el siguiente mensaje: «Papi, no te vistas, que no vas». Esta respuesta suscitó malestar entre la pablación estadista de la Isla, quien objetó: «¿Pero por qué aceptan al derrame y a nosotros no? ¡Si nosotros somos oscuritos también!».