La nueva gramática publicada por la RAE no solo le cambia los nombres a algunas letras del abecedario, sino que también elimina los acentos sobre la palabra «solo» (con el significado de «solamente»), sobre la conjunción «o» entre números, y sobre los pronombres demonstrativos «este/esta» y «ese/esa». Según Martín Alférez de Urrutia y Ordóñez, relacionista público de la RAE, estos cambios «responden diáfanamente al progreso que nuestra lengua ha siempre sufrido desde tiempo inmemorial; dicho progreso, pues, implica que las reglas gramaticales deben responder a las alteraciones que, orgánicamente, nuestro vernáculo ha sobrellevado en la boca del hablante, y no anquilosarse obstinadamente. Es por esto que la nueva gramática será razonada y exhaustiva pero simple y legible — ¡y para nada coprofáguica!», insistió Alférez de Urrutia y Ordóñez, sonando francamente como un coprófago.
Los cambios gramaticales, por más «razonados» o «simples», lograron confundir a los estudiantes de español del mundo entero. Por ejemplo, Yetzinés Pagán, estudiante de cuarto año de escuela superior y ávida texteadora, quiso saber si los acentos eran «esas marquitas de lo más monas que a veces veo sobre algunas letras», un fenómeno que a su entender se trataba simplemente de «manías de viejos». Al explicarle que dichas «marquitas» eran acentos, cuyo uso responde a una serie de reglas gramaticales, ella replicó: «Pero yo no veo esas marquitas ni en mi celular ni el teclado de mi compu: ¡eso debe querer decir que los acentos no existen na’, y están tratando de cogerme de boba!», exclamó triunfante, como si cogerla de boba fuera tremenda hazaña.
La nueva gramática publicada por la RAE resulta ser también una pesadilla para los actuales maestros de español. «¿Se supone que yo siga educándome continuamente y manteniéndome al tanto de los caprichos de la RAE, es?», preguntó molesto un profesor de español de escuela intermedia. «¿Qué pasó con el concepto de ‘crédito aprobado, crédito olvidado’? ¡Estas reglas de acentuación se supone que se me hayan olvidado ya a mí, no que me compliquen la vida cambiándolas a cada rato!». Al comentarle que en efecto la nueva gramática elimina varias reglas de acentuación, simplificando pues la enseñanza del español, el profesor replicó: «¡Ah, pues entonces me parece un éxito! ¡Que me avisen cuando terminen de eliminar todas las dichosas reglas de acentuación, que total, por más que las enseñemos, nadie las usa!».