Héctor O’Neill, alcalde de Guaynabo desde tiempo inmemorial, ha sido acusado de sobetear y propasarse con varias empleadas municipales, y de castigar a aquellas que se quejaran del hostigamiento sexual en el ámbito laboral. Las negaciones de O’Neill van desde la rotunda «Aquí no hay fondos públicos de por medio, así que no hay que involucrar a la Asamblea Municipal» hasta la contundente «La acusación es de carácter personal, y nunca hemos dejado de ofrecer servicios públicos»; sin embargo, a pesar de que dichas fortísimas expresiones de inocencia ya deberían de por sí exculpar al aguerrido líder municipal, su primo Jabba the Hutt decidió manifestar su plena confianza en la pureza de su pariente.
«Miren, estas acusaciones en contra de mi primo no son más que maloliente bantha poodoo«, eructó guturalmente Jabba the Hutt, el conocido maleante y manoseador de twi’leks aficionado. «Desde chiquitos, Hectito y yo nos criamos en un ambiente de pleno respeto a toda fémina, ya sea concubina, esclava sexual, o una yal del montón vulgar y corriente. Él jamás tocó a ninguna tipa sin al menos concederle un aumento de sueldo o un mejor puesto, y me consta que, si se bajó los pantalones en la oficina para exponerse a alguna empleada, como mínimo le dijo: ‘¡Ay, nena, no te lo cojas tan en serio!’, porque es harto sabido que eso lo arregla todo. ¡No tiene la culpa él si las mamizongas que trabajan en la alcaldía con to’as unas creídas antipáticas!», tronó.
El delincuente tatuinés concluyó con un mensaje a su primo: «Hectito, avísame si tus abogados no te bregan el asunto, porque podemos poner a esas tipas en una de mis barcazas, nos damos un viajecito sobre el Dune Sea, y si accidentalmente se caen en el sarlacc pit… ¡digamos que tu problema estará resuelto por al menos los próximos mil años! ¡Jo, jo, jo!», rio profundamente, mientras se tragaba sin masticar una rana de Klatuín.