Oscar López Rivera lleva en la cárcel federal 35 años, enjuiciado por «actos sediciosos», un crimen que, aunque suena a alguna cochambrería sexual, es lenguaje abogadés que significa «hacer cosas que no le gustan al gobierno». A pesar de que en el 1999 el expresidente Clinton le ofreció a López Rivera una sentencia más corta, este la denegó porque no quería dejar atrás a dos de sus camaradas quienes hubieran quedado fuera del trato, un acto que, aunque heroico y noble, garantizó que todos los artículos noticiosos sobre el caso del independentista tuvieran que usar las mismas fotos de él de cuando el programa «Los García» todavía se transmitía en la Isla.
«¡En cuanto me suelten de aquí, lo primero que haré será comprarme un iPhone 6, enchangarlo a un selfie-stick y sacarme un chorrete de fotos de lo más aquel!», prometió López Rivera, demostrando que se ha mantenido sorprendentemente al día de los aconteceres tecnológicos del momento. «Estoy harto de ver artículos sobre mí usando esa foto mía en la cual tengo el pelo hecho un desastre, unos enormes espejuelos de Míster Magú y más cejas que Beto el de Plaza Sésamo. ¿En serio, soy yo el único que sabe cómo usar Photoshop para mejorarle el aspecto a los sujetos de las fotos?», tronó exasperado.
López Rivera indicó que incluso las fotos que pudieran ser más recientes no son exactamente de su agrado: «Aunque está mejor que la foto en la cual tengo aspecto de abuelo chocho, la foto en la que parezco un maestro de historia de jai posando al frente de una teta verde también está bien gaseada. Si hubiera sabido que los medios noticiosos iban a escribir tanto de mí, hubiera encontrado la manera de sacarme guilla’ítas varias fotos a través de los años, aunque sea para variar. ¡Pero no se preocupen, que en cuanto salga de aquí abriré cuentas en My Space, Friendster y hi5, y haré una página en GeoCities para publicar mis fotos nuevas!», juró emocionado, demostrando que quizás todavía tiene que actualizarse un poquito en el ámbito informático.