Sin duda luego de haberse lavado la cara rigurosamente con mea’o, Chemo Soto no solo pidió que su legislatura municipal le aprobara el controvertible aumento de sueldo, sino que aseguró que lo hacía en calidad de protesta. «Yo me aumento el salario en forma de protesta para que me puedan atender, porque si yo voy a hacer una conferencia de prensa no me van a atender, y así me atienden», indicó el alcalde con cara de lechuga. «O sea, eso de coger pa’l monte a cazar al Chupacabras ya no la hace cuando quiero atención como nene chiquito — tengo que pedir un aumento justo cuando la economía está en la prángana y mi municipio está en déficit para que la prensa escriba sobre mí. Como dicen por ahí: ‘Que hablen de mí, mal o bien, ¡pero que hablen!'», exclamó Chemo, de quien nunca nadie ha hablado bien ni por equivocación.
Siguiendo el ejemplo de exceso testicular de Soto, millones de jefes de familia puertorriqueños han declarado sus respectivas residencias como «municipios autónomos», han elegido a sus familiares como miembros de sus legislaturas municipales, y se han autoaprobado jugosos salarios para sí mismos. «Aquí en el municipio de Yetzaidalandia estamos en las papas», aseguró la ahora alcaldesa Yetzaida Ramírez. «Desde que nos separamos de Carolina hemos gozado de un tremendo superávit, razón por la cual nuestra legislatura municipal (compuesta de mis dos nenes y el perro) me han aprobado un salario de diez mil dólares al mes. ¡Más vale que el gobierno central se ponga pálido y empiece a enviarme mi chequecito todos los meses, no sea que me dé como a Chemo y me aumente el salario aún más en señal de protesta!», exigió la mandataria municipal desde la cocina de su casa alcaldía.
Por otro lado, informaciones de que incluso el alcalde de Florida instó a su legislatura municipal a que le incrementasen el sueldo fueron rechazadas como rumores infundados «porque todos sabemos que Florida es un estado del méinland, no un municipio».