Lakeland, FloridaDoce monos patas provenientes de Puerto Rico se escaparon de un zoológico de la Florida la semana pasada, para la gran sorpresa de los biólogos encargados de cuidarlos, a los cuales no se les ocurrió que los simios pudieran nadar al lado lado de la fosa que se supone que los contuviera, «o que no fueran tan vagos como para quedarse tranquilitos en su cautiverio, como buen puertorriqueño».

Los monos habían sido anteriormente capturados en Puerto Rico, donde su colonia llegó a crecer tanto que estaban en la mirilla de ser víctimas de la eutanasia (que es una manera bonita de los científicos de decir que se los iba a llevar Pateco). Sin embargo, un veterinario estadounidense los importó al Lowry Park Zoo, en Lakeland, Florida. Para retenerlos, los zoólogos encargados de los animales confinaron a los simios a un islote en el parque rodeado por una fosa de agua, de más de cincuenta pies de ancho y una profundidad de más de ocho pies. A pesar de haber utilizado esta medida de retención aparentemente infalible, a menos de cuatro días de haber sido traídos al zoológico, los monos boricuas escaparon haciendo lo impensable: nadando los trapos de cincuenta pies que tenía de ancho la fosa y cogiendo el monte.


La cárcel de agua que se supone pudiera contener a los simios… si éstos fueran idiotas

«Estos monos son un caso muy extraño», declaró el doctor James Thomas, uno de los zoólogos encargados de los monos forajidos. «Los monos en otras reservas se quedan tranquilitos en sus islitas, donde les damos de comer, de beber, dónde dormir, parejas del sexo opuesto para que tengan compañía en caso de que les entre alguna bellaquera… en fin, todo lo que pudieran necesitar. Y para colmo, estos monos son boricuas: ¿quién ha escuchado alguna vez de un puertorriqueño que no prefiera vivir del mantengo, de que alguien se lo dé todo? ¿Qué más se supone que hubiéramos hecho? ¿Darles cajas de ron Bacardí y de cerveza Medalla?», preguntó Thomas retóricamente, al momento en que se dio cuenta de que en efecto eso es lo que debieron haber hecho. «Debí haberme sospechado que algo se tramaban porque cuando veía detenidamente a los monos, éstos siempre tenían una mirada de confusión que yo en el momento tomé por: ‘Soy un mono estúpido y no entiendo cómo escapar’, pero con el retroscopio, ahora entiendo que lo que estaban pensando era: ‘¿Se supone que este charco evite que me escape? Are you shitting me?‘».


Los monos puertorros armando un membé a minutos de haberse escapado

Uno de los monos fugitivos, quien accedió a ser entrevistado bajo la condición de que no revelásemos su localización, y quien se identificó sólo como «Papo», manifestó que encontró «insultante» la presunta «medida de seguridad» que se supone los mantuviera apartados en su isla: «O sea, ¿una fosa de agua? ¿O como nosotros la llamábamos, una ‘piscina circular’? Estos científicos gringos se creen que porque somos marrones y hablamos español somos brutos y no sabemos nadar: jelou, nosotros nos pasábamos nadando en las playas de Cabo Rojo cuando nos cansábamos de trillar chamaquitos en bicicleta y tirarle mierda a los carros que veíamos pasar». En efecto, el caborrojeño Luis Garriga, abuelo de varios de los chamaquitos ciclistas mentados que fueran molestados por los monos, aseveró que «esos monos eran la changa: no sé por qué esos biólogos creían que un poco de agua en un hoyanco los iba a mantener encerraos… ¡si más agua que eso hay en los charcos de las carreteras de Cabo Rojo!».
Por eso de que absolutamente todo el mundo tiene una opinión sobre todo lo que tenga que ver con Puerto Rico, un grupo de estudiantes de la Federación Universitaria Pro-Independencia (FUPI, por sus siglas en el idioma de la colonia) hicieron una manifestación en los predios del Recinto Universitario de Río Piedras en el cual abogaban porque se les permitiera a los monos permanecer en libertad. Eugenio Emeterio Campos, portavoz de la colectividad, expresó que «esos monos boricuas estaban en cautiverio gracias a los caprichos de los opresores imperialistas, los cuales pretendían comprar a los simios proveyéndoles comida, agua, y Plan WIC. ¡Pero estos monos patriotas no se dejaron coger de soca, haciendo valer sus derechos inalienables, y escogiendo la libertad a vivir bajo el yugo draconiano del amo yanqui, y aceptar sus limosnas! ¡Debemos respetar su decisión y dejarlos que hagan escante por los suburbios cercanos!».


Los compatriotas monos, dándole un foquetazo al Tío Sam

Al enterarse de la conmoción que su escape ha causado entre el grupo activista, el mono «Papo» se encogió de hombros mientras se comía una china que había robado del patio de una casa: «Caramba, ¡sólo nos fuimos porque nos enzorramos en la trapo de isla ésa y decidimos coger la juyilanga!».

Por El Rata