Palacio Celestial, El Paraíso – Mofaz Sharif, un terrorista suicida islámico-extremista recientemente fenecido, se ha quejado ante los más altos foros del Paraíso protestando por la baja calidad de las 72 vírgenes que le tocaron como premio eterno por haber muerto por la causa de Alá. Descontento con lo que él categoriza un «descarado incumplimiento de contrato», Mofaz aseguró que ahora estará informándose para ver qué religión le ofrece mayores beneficios póstumos para efectuar una conversión de ultratumba.
Cuatro de las «jevotas» que le tocaron a Mofaz por toda la eternidad
«Estoy protestando porque estas 72 vírgenes que me dieron acá arriba no fueron las que me prometieron allá abajo», declaró Mofaz, un joven palestino de 23 años que, incitado por su fe y porque en la tierra no metía ni en cárcel de mujeres, aceptó unirse a un grupo islámico-extremista como uno de sus detona-bombas suicida. «Cuando me uní al grupo ‘El Sable Flameante de Alá‘, todos me hablaban de que morir por la causa era el honor más grande que podría tener un buen musulmán, y que los que se sacrificaran por Alá morarían en un palacio con 80,000 sirvientes y 72 vírgenes de ojos negros: sin embargo, cuando me inmolé cuando me lo pidieron, al llegar aquí lo que me dieron fueron una zafra de mocosaurios cagalitrosos que pa’ qué te cuento».
«Ése era yo en mi época terrenal, rodeado de mis amigos, mis ilusiones, y suficiente C-4 como para volarme pa’l carajo», dijo el joven con añoranza de tiempos pasados
Mofaz describe que las muchachas que le tocaron no sólo no eran las «hermosas doncellas» de las que le habían hablado, sino que «están feas con ‘F’ de ‘culo'». Apuntando a varias de sus esclavas sexuales celestiales, las describió con los apodos con los que las ha nombrado: «Sobacopelú», «Bizca», «Man-Hands«, «Chumba» y «Ballenata». Añadió que entre su harem también se encuentran dos «doncellas» que fueron la gota que derramó la copa: una llamada Delilah que, a pesar de que se supone que sea virgen, es «tan kinky que las cosas que hace me dan vergüenza hasta a mí y, me tortuguean bien cabrón»; y otra que es «más pelúa que yo (a la cual llamo Bigotes), quien he incluso llegado a pensar que es un hombre porque su nombre es Ru-Paul Al Cará’: ésa sí que está de pinga… ¡literalmente!». También se quejó de que el contrato no aclaró que el premio no sería un suplido constante de vírgenes, sino sólo 72 vírgenes y ya, «las cuales después de un polvito ya dejan de serlo: total, que eso de que sean vírgenes no es tan atractivo ahora como lo era antes de probarlo, porque tienden a ser aburridas y pachosas (bueno, excepto la Delilah que te dije, que está loca pa’l carajo)». Mofaz lamentó hacer accedido a sacrificarse por su religión, arrepentido de no haber leído mejor el contrato: «Esto me pasa por tener un mal abogado: ¡es que desgraciadamente todos los abogados buenos son judíos!»
«Éste es el contrato que firmé, donde dice bien clarito que se supone que sean ‘doncellas’, no feostias zarrapastrosas», apuntó Mofaz. «¿Lo ves, en el garabatito de más arribita?»
Por su parte, el Ángel Yusuf, representante de Alá en el Palacio de los Mártires, ripostó que «en ningún momento el contrato oral con el que nuestros representantes terrenales reclutan a nuestros mártires hace mención explícita de la belleza, tamaño o nivel de hirsutismo de las vírgenes que se le dan a cada ingresante… ¡ni siquiera prometimos que sean mujeres vírgenes! Y hablemos claro: Mofaz se supone que se haya detonado en una plaza pública, pero fue tan bruto que se explotó solo en la casa mientras armaba la bomba: creo que quienes único murieron por su sacrificio fueron él y su gato». Yusuf explicó que el sistema de distribución virginal claramente establece que las doncellas más hermosas van «a aquellos que, en su acto de inmolación, se lleven enredados a diez o más judíos y/o americanos», y que dado que Mofaz se explotó a él mismo solamente, le tocarían muchachas «de aparente pureza, pero de ésas que no te sorprende mucho que sean vírgenes».
Yusuf apuntó que «parte del problema es que es difícil suplir la demanda de tantas vírgenes para cada mártir: ¡de algún sitio tienen que salir! Claramente cuando la cantidad de doncellas es tan baja, tenemos que aceptar lo que venga, haciéndonos de la vista larga si les faltan dientes o si tienen las patas zambas». También añadió que «al menos Mofaz tiene suerte que estamos honrándole la versión original del contrato: resulta que recientemente nos dimos cuenta que la traducción del Corán que hablaba de ‘vírgenes’ en realidad se debió haber traducido como ‘uvas blancas’, así que a los que se inmolen de ahora en adelante lo que le vamos a dar es un galón de juguito Welch’s de uvas blancas y pa’ fuera».
Estas inocentes muchachas están a punto de ser «reclutadas» para la causa de los mártires
Las muchachas del harén de Mofaz ofrecieron también su opinión al respecto, declarando que ellas tampoco están particularmente emocionadas de haber sido «asignadas» a él por el resto de sus días: «Tienen que entender una cosa», explicó la que Mofaz denominó «Ballenata», «y es que si éste es el Cielo de los mártires de la causa de Alá, es el Infierno para nosotras por haber sido malas musulmanas. Yo bien sé que me tengo merecido el Infierno por aquella vez que salí de casa y se me cayó el velo, como si fuera una ramera sobre cuyos zapatos escupiría, pero tener que vivir eternamente como la esclava sexual de un hombre barbú y machista con una relación tenue con la higiene, es más de lo que podría soportar».
«No dejes que sus bellos ojos azabache te engañen», advirtió Mofaz; «Bajo ese velo, ‘Ballenata’ es un coño-carajo»
En represalia por «el mal servicio póstumo» que el Islam le ha brindado, Mofaz declaró que ha estado estudiando sus opciones para efectuar un cambio de religión en el Más Allá: «Si me van a bregar cajita de pollo, pues entonces me convierto a otra religión y ya». Representantes celestiales de varias religiones le han hecho acercamientos a Mofaz, el cual explicó su situación: «Primero que nada, nonines con el judaísmo: todavía tengo mis estándares. La religión que sí me está llamando la atención es el cristianismo, porque tiene muchas sectas diferentes, así que puedo encontrarme una que se acople a mí. Me gustan los pot-lucks, así que podría unirme a los metodistas y traer mi famoso hummus; me gusta la pendejá’ de tener muchas esposas y correr bicicleta, así que quizás pueda meterme a mormón; y me gusta la música y las mujeres sin maquillaje y pelo largo, así que podría ponerme a panderetear con los pentecostales». Después de mucho estudio, sin embargo, Mofaz concluyó que escogerá el catolicismo, «porque encuentro confortante su esquema de hacernos sentir culpables por todo y por convencernos de que al menor desliz, seremos condenado eternamente: ¡es como si nunca hubiera dejado el Islam!»
El Arcángel Gabriel, Reclutador Celestial de Almas, aceptó de buen grado la petición de Mofaz (quien de ahora en adelante se conocerá con su nombre cristiano, «Miguel») para unirse a las otras almas católicas en el Más Allá: «Miguel, ¡bienvenido seas al catolicismo! Nuestro primer acto oficial será condenarte por toda la eternidad a las brasas del Infierno por tus pecados y por haber matado a tu gato, que era un católico muy beato». Ante la mirada atónita de Miguel, dos demonios surgieron de la nada para apresarlo y llevárselo, mientras Gabriel terminaba de dictar sentencia: «Ah, y como penitencia, deberás vivir como esclavo sexual de Jerry Falwell… ¡que lo disfrutes!»