Washington, D.C.Rob Bishop, representante en el congreso federal y uno de los autores intelectuales de la Ley PROMESA, indicó que para él la estadidad para Puerto Rico está condicionada a que haya una «economía vibrante» y un «gobierno estable», y luego añadió: «también que el índice de criminalidad baje a 0.00%; que los choferes boricuas ya no hagan cortes de pastelillo y que nadie se tire por el paseo cuando haya tapón; que no tenga uno que morirse esperando en las filas en la Colecturía o en el CESCO; que Lou Briel deleite a toda Latinoamérica con ese megaéxito que debe estar empollando desde hace ya par de décadas de silencio sepulcral; que una administración demócrata acapare las tres ramas de gobierno para que ningún político republicano pueda oponerse; que El Ñame publique algo que de verdad dé risa en vez de simplemente hacer que uno diga: ‘Heh’ y va en coche; y que los cerdos echen alas y sean capaces de emprender el vuelo. ¡Solo eso!».

Figura en papier mâché de un cerdo volador

«¡Y no crean que me van a coger de soca con una artesanía chipichape hecha con papier mâché!», tronó el legislador. [Imagen suministrada]

«No estoy pidiéndole peras al olmo», aclaró el representante Bishop ante las imputaciones de los políticos estadistas de que el reclamo de estadidad de Puerto Rico no debe ser condicionado. «Solo estoy pidiéndole algo efectivamente imposible a una islita muerta de hambre llena de marroncitos mantenidos e hispanoparlantes a los cuales no tengo el más mínimo interés de concederle un fracatán de representantes en el Congreso y de votos en el colegio electoral. ¡Pero no dije que no, que conste! Y no vengan a acusarme de ser racista, que en ninguna de mis expresiones usé la palabra ‘spic‘ en voz alta ni una sola vez (¡y créanme, mis asistentes están pendientes!)».

El gobernador Ricky Rosselló, tan molesto por las expresiones del legislador que se fue a hacer paddleboarding para tener una excusa para no reunirse con Bishop, declaró airado que la estadidad para la Isla no debe someterse a estipulaciones fiscales o económicas. «Bendito sea Dios, ¡ahí sí que nos chupa la bruja!», exclamó. «O sea, ¿una ‘economía vibrante’? Aquí incluso cuando las cosas no estaban en este gas llegando a petróleo en el cual nos encontramos, las cosas no estaban tan buenas… ¿y cómo se mide la ‘vibrancia’ de una economía, acá entre nos? ¿En la escala Richter? Y además, ¿un ‘gobierno estable’? ¡No me hagas reír! Eso no existe hoy día ni siquiera en el gobierno federal: ¿¡por qué diablos nos lo vendrían a exigir a nosotros!?».

Por El Rata