Los arrestos en cuestión ocurrieron el pasado 20 de abril –el célebre «4/20» tan amado por mafuteros alrededor del mundo– durante una manifestación al frente del Capitolio a favor de que se despenalice la marihuana. Oficiales de la Policía de Puerto Rico –quienes no son conocidos ni por su adherencia férrea a los artículos constitucionales que confieren derechos civiles ni por su peritaje en horticultura– procedieron a arrestar a varias personas por posesión de lo que ellos entendían eran ejemplares de Cannabis sativa, pero que resultaron ser matas de yuca. A pesar de que los detenidos fueron liberados luego de que un juez determinara que no hubo causa para el arresto, esto no amedrentó a la uniformada, quien prometió que irrumpirá en plazas del mercado alrededor del país buscando más «tiradores de droga con pinta de verduleros».
«No podemos permitir que nuestra juventud se nos siga perdiendo con la droga», explicó Gumersindo Narváez, relacionista público de la Policía. «Así tengamos que allanar todas las Plazas del Mercado, quemar todas las fincas hortelanas o personalmente catear a cualquier transeúnte que nos tenga la más mínima pinta de ser estudiante de Humanidades, eliminaremos el pernicioso vicio de la marihuana de nuestro país. Ya ustedes saben: los mafuteros empiezan con un pitillo, al par de días están inyectándose heroína cada dos horas y en cuestión de una semana ya se han unido a un culto satánico donde degüellan gallos, raptan niñas para violarlas y, ¡Dios no lo quiera!, escuchan reggaetón. Es un mal que tenemos que erradicar completamente… ¡y lo digo literalmente, porque cualquier matojo que veamos por ahí que nos parezca ligeramente marihuana, lo vamos a arrancar de cuajo!».
Narváez reveló que la primera redada, realizada en la Plaza del Mercado de Río Piedras, resultó en diez arrestos: cinco verduleros por poseer matas de yuca (que los oficiales de nuevo confundieron con Cannabis sativa porque aquí nadie aprende de sus errores), tres mujeres que vendían pastelillos de guayaba (o, según los agentes, «hojaldre espolvoreado con cocaína y relleno con una sustancia espesa parecida a la pasta de guayaba») y los dos propietarios de un timbiriche de dulces del país (porque «le pusieron ajonjolí a los pilones y eso no tiene perdón de Dios»).
El relacionista público de la Policía indicó que la uniformada seguirá expandiendo sus operativos antidroga dondequiera que se vendan plantas, víveres o repostería que cualquier agente chapucero, mal entrenado o bobalicón pueda confundir con algún estupefaciente. «Y si eso no funciona», adelantó Narváez, «simplemente continuaremos con nuestros Bloqueos de Fe: si creemos que arrestar a quienquiera posea una mata de yuca ayudará con el problema de la droga, ¿por qué no podría ayudar también tener una conversación imaginaria con un mago celestial invisible?».