Miguel de Cervantes, el mayor exponente literario en castellano después de Corín Tellado, ha dedicado su postvida a, en sus propias palabras, «defender a capa y espada la pureza de nuestro vernáculo de quienes lo mancillan utilizando anglicismos injustificables, inventándose neologismos innecesarios o escribiendo barrabasadas en los foros de comentarios de Primera Hora». Ahora que la celebración de Jalogüín está a la vuelta de la esquina, el espectro del fenecido autor aprovechó la ocasión para amenazar a las personas que consideran apropiado escribir la palabra «tricortrí» en sustitución de la frase inglesa «trick or treat» como si eso no fuera «el engendro lingüístico más deplorable desde la última canción de Baby Rasta & Gringo».
«Lo primero que no entiendo es por qué se está celebrando esta festividad pagana anglosajona en Puerto Rico, un país que tiene de pagano y anglosajón lo que tiene Alejandro García Padilla de pagano y anglosajón», explicó confundido el celoso espíritu chocarrero. «Digo, sé que a los latinos nos gusta la fiesta y que cualquier excusa es válida para armar un buen bembé, pero, ¿la Noche de Brujas? ¿En serio? ¡Si en Puerto Rico lo más cercano a una bruja son las madamas santeras en Loíza! De todos modos, a mi parecer si van a adoptar festividades ajenas y culturalmente absurdas, lo menos que pueden hacer es no llevarse en volandas a nuestro pobre vernáculo, a quien le están dando como a pandereta de pentecostal emperica’o». El fantasma del Manco de Lepanto prometió darle «el susto de su vida» a cualquier boricua que mangue haciendo barbaridades imperdonables tales como «decir ‘tricortrí’; referirse al día como ‘Jalogüín’; o a quien cometa la peor afrenta concebible: ¡repartirle a los niños dulces mierdosos como Mary Jane, Now and Later o candy corn en vez de Snickers, Starburst o Skittles, como Dios manda!».