El alegado surfista que según García Padilla osó desobedecer las recomendaciones de las autoridades de permanecer en su casa durante la tempestad resultó ser, irónicamente, un hombre que no tenía un hogar donde guarecerse. Esta no fue, sin embargo, la única aseveración desacertada del gobernador durante la conferencia de prensa de la semana pasada, porque también enunció las siguientes cantinfladas: «Los pronósticos se han dado tal como se habían previsto»; «En cuanto a las lanchas, el primer viaje de mañana será el primero que reanude»; y la joya filosofal de «Nuestra prioridad es salvar la vida, porque la vida es lo que nos mantiene vivos y tenemos que salvar a Puerto Rico».
El hecho de que el gobernador no pueda diferenciar entre un joven atlético que se la pasa en la playa surcando las olas en una tabla de surf y una persona indigente y hambrienta que tiene que pernoctar a la intemperie quizás explique mucho sobre la situación económica del país. «Ah, ya caigo… ¡no en balde yo creía que nuestras calles estaban atestadas de surfistas!», comentó García Padilla entre risas. «Yo pensaba que esa gente harapienta y enjillíá pidiendo chavos en las luces eran serferitos buscando con qué comprarse trajes de baño Quicksilver o chancletas Billabong. ¿Tú me quieres decir a mí entonces que to’a esa gente que duerme en las cunetas de San Juan son deambulantes, y no chamaquitos esperando a que salga el sol para buscar la ola perfecta? Diantre, ¡pues a la verdad que Puerto Rico está más jodí’o de lo que yo pensaba!».