El problema del agua sucia que los abonados de la AAA han estado recibiendo en sus casas ha causado tanta conmoción que incluso Alberto Lázaro, director ejecutivo de dicha agencia, se vio obligado a responder, recomendando en una conferencia de prensa que «si le quiere echar algún sobrecito de sabor pues… es lo mismo, es básicamente lo mismo; agua con sabor«. Lázaro añadió que «también pueden fingir que acaba de pasarnos por encima un huracán, que ustedes saben que ahí siempre el agua se pone turbia… o también pueden dejarse de ñoñerías y tomársela sin chistar, que si el puertorriqueño promedio puede vaciar una tripa de cerdo, lavarla con limón, rellenarla de sangre y arroz y comérsela de lo más tranquiléin, debe poder tomarse una poquita de agua nebulosa sin tantos ñeñeñés».
Por otra parte, la marca de agua embotellada Dasani, conocida mundialmente por simplemente envasar el agua de la pluma en botellas plásticas con una etiquetita de lo más aquel y luego venderla a sobreprecio, quiso sacarle provecho a la situación y ofrecer una nueva línea de productos. Entre las nuevas variedades exclusivas a la Isla se encuentran «Pîríngã» («¿Quieres saber exactamente a qué sabe el agua de frega’o sin que te den lombrices? Prueba ‘Pîríngã’ hoy»); «TuRbIDeZ» («Deliciosa. Refrescante. TURBIA.»); y «Carraízo Surprise» («Desde la represa Carraízo directamente a tu boca –¡literalmente, porque ni la filtramos siquiera!»). Luis Falcón, relacionista público de Dasani en la Isla, explicó que los nuevos productos «son como las aguas frescas de El Chavo del Ocho –no porque sean ‘frescas’ de ninguna manera, sino porque son agua que la AAA fue incapaz de filtrar, parecen de jamaica, pero saben a carajo viejo».
«No vemos estas aguas turbias como un fracaso de lo que es, esencialmente, la labor primordial de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados: proveerle agua potable y limpia a nuestros abonados», se defendió por su parte Alberto Lázaro. «Por el contrario, lo vemos como una oportunidad para que las empresas privadas aprovechen y llenen el vacío insondable que invariablemente dejan las dependencias gubernamentales». Al preguntarle si no se arrepiente de sus desatinados comentarios de que al agua túrbida solo había que echarle un sobrecito de sabor, Lázaro replicó: «No, para nada –¡tener cara de lechuga es uno de los primeros requisitos para ser jefe de agencia en Puerto Rico!»