Los nuevos reglamentos promafuteros surgen de la Enmienda 64 que fuera aprobada hace dos años en Colorado; esta permite la producción y uso de la marihuana para fines recreativos y establece un impuesto de 25% sobre dicha sustancia, un hecho que sus proponentes esperan aumente los recaudos anuales del erario, a la vez que disminuya la cantidad de personas haciéndose los que padecen de glaucoma para cogerse una buena nota. Una secuela que nadie previó, sin embargo, es que la despenalización de la popular droga le cortó una avenida a la policía «para mangar a cuanta persona marrón agarráramos con aunque sea una hojita de marihuana y poder así llenar nuestra cuota de arrestos fáciles», al igual que le dificulta la vida a los fiscales que quieren aparentar ser «mano dura contra las drogas» cuando una de las más populares es ahora legal. «¡Ser ‘mano blandita’ con las drogas no levanta fondos de campaña ni gana elecciones!», aseguró un fiscal de distrito que quiso mantenerse en el anonimato porque se encontraba persiguiendo al dragón mágico y moncheando Fun-Yuns.
«Sin la entrada constante de hispanos y negros que la policía arresta a la menor provocación por el simple uso o posesión de cantidades ínfimas de marihuana», inquirió Paul Hitchens, alcaide de la prisión estatal de Denver, «¿cómo podré mantener llena esta penitenciaría de tepe a tepe? La industria de las prisiones siempre ha estado boyante gracias a draconianas leyes antidroga, cuerpos policiacos racistas, y minorías con poco acceso a buenos abogados: why mess with a good thing?«, se lamentó el administrador. «¿Ahora qué se supone que haga yo con todas estas celdas vacías? ¿Que se las alquile a jóvenes adinerados para que organicen raves temáticos en contra de la voluntad de los pa’is? Oye, hablando claro, ¡esa no es mala idea!», exclamó Hitchens, dándose cuenta que no existe totonada en este mundo por la cual un chamaquito riquitillo no esté dispuesto a pagar un dineral después que sea para llevarle la contraria a los papás.
Por otro lado, la policía de Colorado no ha perdido totalmente la esperanza de poder continuar persiguiendo a las minorías, dado que la nueva ley dispone que aún está prohibido el uso de la marihuana en lugares públicos. «O sea que si nos encontramos por ahí en la calle a Paco o a D’Shawn con una pestecita a mafú que nadie se la apea», teorizó salivante el superintendente de la policía de Denver, «¡todavía podemos arrestarlos a ellos, a la vez que seguiremos ignorando infracciones mucho peores de Chad o Tiffany!».