Las palabras del Papa Francisco se suman a otros comentarios suyos de corte conciliador y sospechosamente antidogmáticos en los cuales da la impresión de ser un líder pragmático y lleno de empatía que quiere acercar a las personas a la Iglesia con un mensaje de aceptación y amor, o, como diría el sacerdote Carlos Pérez, «puras patrañas inventadas seguramente por la prensa hippietona liberal». A pesar de que el Papa es la autoridad máxima en la dirección que debe seguir el prelado católico, Pérez rehusó dar el brazo a torcer en su retórica antigay «porque el mensaje del Santo Padre no mencionó por nombre ni a Puerto Rico ni a mí mismo, por lo que me daré la libertad de meterme los dedos en el oído y recitar ‘N’oigo n’oigo, soy de palo, tengo oídos de pescado’ para hacerme el loco y seguir con mi rollo», aclarando, sin embargo que verdaderamente no es de palo, «porque eso suena medio homoerótico».
El padre Pérez negó igualmente que las palabras del Sumo Pontífice «implicaran que la Iglesia Católica ahora se pondría con blandenguerías a la hora de despotricar en contra del pecado máximo que es la homosexualidad, o que dejaría de dedicar recursos y tiempo en hacerle la vida cuadritos a los gays –¡como si fuéramos de buenas a primeras a convertirnos en cochinos luteranos libertinos!». Añadió que «si el Santo Padre quisiera que yo dejara mi misión de no hablar de otra cosa que no sea el matrimonio igualitario en vez de, qué sé yo, alimentar a los pobres, asumo que me hubiera dado una llamadita, o al menos me hubiera enviado un mensajito de texto. ¡Seguramente no pensará que todos los curas vamos a acatar sus deseos sobre la dirección que debe tomar la Iglesia a menos que nos lo comunique personalmente uno a uno! Digo, a menos que sea que nos envió un email grupal y que se archivó accidentalmente en el folder de spam, ¿vi’te?».
El sacerdote boricua fue más allá e indicó que es necesario que la Iglesia siga dando la batalla en contra del matrimonio igualitario si no quiere que el Estado le coarte sus derechos. Al preguntarle qué derechos podría estar perdiendo la Iglesia, el clérigo replicó alarmado: «¡Pues el derecho de seguir discriminando en contra de los gays, de invertir dinero para influenciar el proceso político, y de imponer nuestra moralidad en el pueblo entero como nos dé gusto y gana! Nosotros los religiosos somos una mayoría aplastada por los designios maléficos y egoístas de una minoría abusadora y guapetona que tiene el descaro de exigir que su gobierno laico los trate igual que al resto de la ciudadanía. ¿Y qué tal de nuestro derecho de seguir haciendo lo que nos salga del forro y de continuar contando con el respaldo de las leyes del cual hemos gozado desde tiempo inmemorial? ¡Si las cosas siguen así de abusivas en contra de nosotros, tendremos que invocar la Ley 54!», exclamó Pérez, sin un ápice de ironía.
Por su parte, el Papa Francisco le recordó al padre Carlos Pérez y al resto de los curas de sus votos de humildad y obediencia, y añadió que «si este sacerdote boricua quiere recibir instrucciones pontificias directamente en un mensajito de texto, me las arreglaré para enviarle un tapabocas papal en 140 caracteres o menos».