«¡Creo que esta vez bateamos un jonrón!», exclamó satisfecho el cardenal estadounidense John Harris. «O bueno, para decirlo en un lenguaje que se entienda en todos los países alrededor del mundo: ¡creo que metimos un gol! Sabíamos que nuestra feligresía estaba ya harta de papas modernucos, de esos que escuchan a sus seguidores y se adaptan al pasar de los tiempos. Buscamos por todos los confines de la Tierra un candidato que pudiera permanecer inamovible ante los cambios de la sociedad actual, alguien con la cara para seguir despotricando en contra de los preservativos aunque su uso ayudaría a atajar los problemas de la pobreza y la diseminación de enfermedades venéreas. Al fin y al cabo tuvimos que rebajarnos a rebuscar en las zínzoras del Infierno –Argentina, creo que le llaman–, pero finalmente encontramos al papa Francisco», aseguró el cardenal refiriéndose al nuevo pontífice (quien, a pesar de su nombre y su fama en Latinoamérica, no guarda relación alguna con Don Francisco).
«Estoy muy satisfecha por la elección de Jorge Mario Bergoglio como papa», se expresó Lucía Tornellini, compatriota del sumo pontífice. «Desde que leí esa cita atribuida a él de que ‘las mujeres son naturalmente ineptas para ejercer cargos políticos’ y que ‘la mujer es el apoyo del hombre pensador y hacedor, pero nada más que eso’ supe que él sería la persona indicada para retrasar los avances del movimiento feminista y volver a ponernos a nosotras las mujeres en nuestro sitio –¡descalzas, preñá’s y en la cocina! ¡No queremos otro anarquista rebulero como [el expapa] Ratzinger!», opinó Tornellini, luego de verificar con su marido que esa era su opinión. Al indicarle que algunos arguyen que esas expresiones misóginas fueron una invención de movimientos ultraizquierdistas (which is apparently a thing now), Tornellini rio divertida: «¿Pero qué importa si no dijo exactamente esas palabras? ¿Alguien honestamente cree que Bergoglio abogará por que las monjas puedan aspirar al sacerdocio, o que tendrá mujeres en sus consejos de gobierno?».
El entonces cardenal Bergoglio también opinó que el matrimonio entre personas del mismo sexo era una «movida del Padre de la Mentira» (aclarando que se refería al Diablo, no a Mitt Romney) y que es «la pretensión destructiva al plan de Dios«, acercándose así al ideal de «líder retrógrado e intransigente» que tanto ansiaban los creyentes católicos. «¿Qué importa que la mayoría de sus feligreses no tengan problema alguno con el matrimonio homosexual y que piensen que las posturas de la Iglesia no están acordes con el mundo moderno?», preguntó retóricamente Felipe Aznar, un católico de 52 años. «Si el papa no está ahí para rechazar cualquier intento de modernizar la Iglesia y para continuar con gríngolas sus posturas decimonónicas, ¿de qué sirve entonces?».